Poemario NO TARDES EN VOLVER A LA CRISTALERA DEL TIEMPO, de Virtudes Reza. EDITORIAL LEDORIA

Comprar el libro Editorial Ledoria, aquí

Comprar el libro en El Corte Inglés, aquí

Puntos de venta en librerías, aquí

El círculo alquímico, de Paco Gómez Escribano. Editorial Ledoria. I.S.B.N.: 978-84-95690-73-9. A la venta en enero.
Comprar libro en Estudio en escarlata, aquí.

Comprar libro en El Corte Inglés, aquí.


jueves, 30 de diciembre de 2010

Preparando la presentación de “El círculo alquímico”, de Paco Gómez

Cada vez queda menos para realizar la ilusión de presentar mi novela y tenerla entre mis manos. Es como un sueño. Lo cierto es que sólo aspiro a eso, a verla y a ojearla. Lo que venga después, si es que viene, será como un regalo. He asistido a muchas presentaciones a lo largo de mi vida. Pero asistir a la primera mía, impone, a pesar de que creo que estoy logrando no darle importancia. Porque pienso que es la mejor forma de afrontar el reto.

Como ya os he dicho, me acompañarán en la presentación mi amigo el escritor Pedro de Paz y mi prologuista, la poeta algecireña Virtudes Reza, junto a mi editor de la Editorial Ledoria, Jesús Muñoz. No tengo palabras para agradecerles que ese sábado estén allí conmigo apoyándome y acompañándome.

El otro día quedé con Pedro y Virtudes en el Paraíso del jamón, en la calle San Bernardo, para preparar un poco la presentación, en teoría. Digo en teoría, porque al final sólo fue una reunión de tres amigos que compartieron unos vinos y jamón. Por supuesto que hablamos de la novela y del día de la presentación, pero la mayoría del tiempo estuvimos riéndonos y contándonos anécdotas.

Lo cierto es que admiro a Virtudes, porque considero que es la mejor poeta de todos cuantos he leído y escuchado y, además, me ha hecho un prólogo impagable. Qué voy a decir de Pedro de Paz. Todavía estoy sorprendido de que haya decidido otorgarme su amistad. Él lleva ya tres novelas publicadas escritas de una forma magistral. Le admiro como escritor, pero es mejor persona, y eso es muy difícil de conseguir. Recientemente ha ganado el prestigioso premio Luis Berenguer de narrativa, por lo que sus lectores tendremos la oportunidad de deleitarnos con la novela ganadora a finales del año que entra.

Desde aquí quiero darles las gracias a los dos por su interés, su compañerismo y su amistad, esto último lo más importante para mí. Y quiero que sepan que estoy encantado de que el 15 de enero estén conmigo en Estudio en escarlata (me hace mucha ilusión presentar allí; gracias también a los libreros) apoyándome y acompañándome.

También quiero agradeceros a todos vosotros, lectores infatigables de este modesto blog, vuestra fidelidad. Será un placer saludar personalmente a todos los que podáis asistir a mi presentación. Feliz año a todos y mis mejores deseos.

sábado, 25 de diciembre de 2010

Cuento de Navidad: EL REGRESO DE PEDRO, de Virtudes Reza

Era un fin de semana extraño. El viento rugía fiero como el león en la estepa africana. El sol no mostró ni un solo rayo de luz y de calor, dejando el protagonismo a las nubes que copaban todo el cielo que mis ojos eran capaces de percibir.
Las gotas de agua envueltas de niebla, envolvían ahora mi cuerpo y mis ojos se empañaban de lágrimas forzadas por el frío. Mi caminar era indeciso y sin equilibrio. Luchaba con el viento como luchaba con mi existencia.
-Es curioso cómo cambia el tiempo -murmuré pensando en voz alta-. Ayer hacía un día templado y hoy un frío punzante -pensé mientras frotaba mis brazos al descubierto.
Seguí caminando un buen rato. No podía coger un taxi porque no tenía ni siquiera para la bajada de la bandera. Mi objetivo era llegar a casa lo más rápido que mis pies podían deslizarse por la acera mojada y a ser posible sin resbalar. Deseaba estar con la estufa de gas junto al sillón orejero que metódicamente acariciaba mis sueños de siesta. Ansiaba sentarme y divisar a la gente por el ventanal de mi salón. Sentirme abrigado por el calor del hogar mientras el resto de la humanidad corre de arriba para abajo perdida por el estrés de la ciudad y del trabajo. Me siento privilegiado de ser escritor y poder trabajar desde casa.
Qué cabeza la mía, no entiendo cómo he podido salir con una camiseta de manga corta. Qué despistado soy. Cualquiera que me vea podría pensar perfectamente que qué raros son los escritores. Hasta yo lo pienso.
A medida que avanzaba hacia mi apartamento, notaba como un aire enrarecido se cortaba a mi paso ligero. Primero una pareja me siguió con su mirada, a lo cual respondí con cierta timidez.
Sin mucho intervalo de tiempo, una señora mayor me miró con cierto descaro, acentuando sus arrugas del tiempo aún más en el entrecejo.
No di importancia al encuentro con la anciana y achaqué su indiscreción a la falta de visión por cataratas, y no precisamente por las del Niágara.
Continué mi camino sin más ideas en mi cabeza. Pensaba en ponerme cómodo y beber una taza bien caliente de cacao.
-¡Me encanta el cacao! –me dije con los labios entrelazados por los tiritones.
Tengo un amigo que es cura en Chuao y tiene el buen gusto de enviarme de vez en cuando cacao venezolano a través de valija eclesiástica. Me relamía el paladar succionando el exceso de saliva que mi fijación por el cacao producía.
Por fin llegué al portal de mi apartamento. El portal estaba abierto, me colé como una serpiente huidiza y , sin esperar el ascensor, me apresuré a subir los escalones de dos en dos para luego precipitar la distancia de tres en tres.
Jadeante y con el frío que había entumecido mis movimientos hasta ese momento, acerté a la primera, en sacar la llave de entre varias. Pero no podía creer lo que estaba pasando. La llave no entraba.
-¡No puede ser! -pensé con velocidad para no insistir obligando la cerradura.
Sabía que era la llave, sabía que era el portal y sabía que estaba en la puerta de mi apartamento. Realmente sentí un surrealismo del que pocas veces estuve a salvo, por lo que no me impresionó, la fuerza de la costumbre.
Deshice el camino hacía el portal en una bajada lenta. Salí hacía la calle, intentando llegar a una cabina de teléfono a la vuelta de la esquina y gastar el poco dinero metálico que tenía en los bolsillos. Al cruzar la calle me tropecé con una farola. Me golpeé el hombro izquierdo. Y al girarme me llamó la atención un cartel que había abrazado al poste con dos tiras de celofán amarillento. Me acerqué a leer el cartel y apreciar la fotografía: “Se busca desaparecido hace tres años”, leí en letras mayúsculas. Abajo una foto de un joven con un buen porte y bien afeitado.
Aquel conato de retardo no duró mucho. Pronto divisé a pocos metros la cabina y tuve suerte porque estaba libre.
-¡Mamá! Soy yo.
-¡Pedro! Hijo, ¿eres tú?
Hace dos años desde aquella llamada telefónica. Y tres años más desde que salí de casa hasta que me reencontré conmigo mismo en aquel cartel colgado en la base de la farola. Cinco años de mi nueva vida, en la que lucho por rescatar mi pasado. Llevo melena, barba y no sé mi nombre. Sólo sé que parezco un escritor y en mi DNI pone Pedro de Paz.

viernes, 24 de diciembre de 2010

Presentación en Madrid

Presentación en Madrid de "El círculo alquímico":
Librería Estudio en Escarlata, C/ Guzmán El Bueno, 46
Sábado 15 de enero a las 7 de la tarde
Me acompañarán mi editor Jesús Muñoz, mi prologuista, la poeta algecireña Virtudes Reza y mi amigo el escritor Pedro de Paz.
Te esperamos.

jueves, 23 de diciembre de 2010

Más noticias, de Paco Gómez

Me dicen de la editorial que mi novela “El círculo alquímico” sale de imprenta el 5 de enero, es decir, que formará ya parte de las novedades del 2011. También me dicen que la presentación en Madrid estaría bien para el 15 de enero. Esto tengo que hablarlo con la librería. Quiero hacerlo en Estudio en escarlata, que me hace mucha ilusión, porque la considero un templo de la Novela Negra y de Intriga. En cuántas presentaciones y conferencias he estado yo allí como público. Ahora me tocará dar el callo como autor, todavía no me lo creo. Por cierto que se han tirado el rollo conmigo y ya la han puesto en su web como avance editorial:http://www.estudioenescarlata.com/fichalibro.php?id=978-84-95690-73-9.

En fin, que estoy muy contento, porque además, en la presentación me acompañarán escritores amigos e ilustres. Tengo que agradecer muchas cosas a mucha gente. Y es que, a pesar de los desengaños que todos nos llevamos alguna vez con la gente, de vez en cuando descubres a personas que son generosas y buena gente.

Soy poco amigo de felicitaciones. Pero espero que todos vosotros, lectores de este blog, paséis felices fiestas.

domingo, 19 de diciembre de 2010

Prólogo de "El círculo alquímico", de Paco Gómez

Mi amiga Virtudes Reza, la mejor poeta que conozco y todavía inédita de manera incomprensible, me obsequió con este impagable y magnífico prólogo para mi novela “El círculo alquímico”. La editorial lo aceptó y yo me siento orgulloso y halagado. Os lo dejo aquí en primicia.

“El Círculo Alquímico” es una fusión tanto de culturas como de géneros literarios, no susceptible, por tanto, de ser encasillado, porque aúna una diversidad que lo hace especial y que, al mismo tiempo, enriquece toda la obra.

El autor, Paco Gómez Escribano, no es un escritor al uso. Estamos ante un alquimista que huye de los convencionalismos clásicos de los escritores puristas que se ciñen a los cánones de un género determinado, hecho que no enriquece sus novelas a través de otras fuentes.

Esta novela nos descubre sencillamente un compromiso del escritor consigo mismo, escribiendo, en consecuencia, la novela que quiere leer en un momento determinado sin pensar en nada más. Sin duda, un autor innovador dentro de la arquitectura de la narrativa, que construye para sí un mundo en el que los estilos clásicos dejan de existir en la mente del lector. En esta obra se pone de relieve la importancia de la fusión, dejando para editores, críticos y libreros la clasificación de la novela dentro de un determinado estilo que ayude a publicar o a hacer una crítica o, simplemente, a ser ubicada en un determinado anaquel de una librería. Esta aleación de disciplinas narrativas hacen del escritor un género en sí mismo, con una novela difícil de clasificar. Es probable que, por necesidades del guión, esta obra sea encasillada en diferentes sitios de diferente manera: “novela negra”, “intriga histórica”, “novela esotérica”, “novela filosófica”..., quién sabe.

La novela se arma con un mosaico de personajes que viajan a través de una búsqueda del conocimiento, la libertad y la esperanza en diversas realidades paralelas que están ahí; muy pocos son los afortunados que logran sumergirse en esa espiral ascendente desde la materia al espíritu en busca de la inmortalidad, o al menos, en busca de lo diferente. El elenco de personajes principales y secundarios fotografiados en “El Círculo Alquímico” adquiere matices distintos a medida que se desarrollan las tramas. Es una lucha de gigantes que alzan la voz con personalidad propia, reclamando un lugar preferente en el paisaje narrativo. Podría decirse que los personajes se desarrollan independientemente unos de otros, pero a la vez unidos, buscando su propia versión y significado. Las figuras con nombre propio, que en principio no tenían ninguna trascendencia, alcanzan un estado determinante en el desenlace de la investigación, y al contrario: voces que en principio aparecían en un primer plano pasan a desempeñar un rol secundario. Las distintas personalidades hacen que sus evoluciones sean distintas ante la misma concatenación de sucesos. Cada uno de ellos obtiene así lo que realmente necesita, sin aditivos; un mismo hecho para todos, una sola realidad particular para cada uno. Cambiarán sus vidas, que no volverán a ser las mismas a partir de este punto de inflexión en el que ya no hay vuelta atrás.

Esta novela es en sí un código lleno de iconografía alquímica que nos hace ver y comprender que la realidad es la que nosotros mismos elegimos, consciente o inconscientemente. Nos muestra la vida como una serie de acontecimientos que empiezan a ocurrir cuando nacemos como una sucesión de hechos que se postulan practicando el principio de acción y reacción de hechos encadenados.

Paco Gómez Escribano nos presenta una exploración vital en donde lo racional y lo material dejan paso a la energía que se transforma una y otra vez para alcanzar un estado omnipotente de iluminación en la percepción del todo. Su estilo de escritura fluido, dinámico y sencillo, hace que el lector perciba la tesitura de sus palabras como algo cercano. Queda patente la normalidad de lo cotidiano en la abundancia de diálogos, escenarios geográficos y escenarios perceptivos, en un viaje universal por Toledo, Jerusalén y Egipto, completando el perímetro de un círculo alquímico en lugares que desde tiempos ancestrales han albergado a las tres culturas: cristianos, musulmanes y judíos.

El autor nos indica paso a paso que el fin es tan importante como el camino recorrido y nos da una visión pragmática de la transformación del ser humano, utilizando para ello una amalgama de esoterismo, amor, arte, historia y geografía; todo ello combinado con la maestría del dominio de distintos géneros literarios.

“El Círculo Alquímico” representa el ciclo de la vida en el que todos andamos enredados para conseguir un fin. Es un viaje cíclico en el que principio y final están unidos. Es la consecución de la inmortalidad a través de la continuidad del propio pensamiento en la que el autor apuesta por la concepción cíclica de la existencia en contraposición con la idea lineal de la misma.

Prepárense para un viaje terrenal y espiritual en el que usted, lector, se convertirá en un personaje más. Tras la lectura de esta novela, nada volverá a ser igual.

Virtudes Reza, poeta algecireña con varios galardones literarios y participante en numerosas antologías de Poesía. Noviembre de 2010


sábado, 18 de diciembre de 2010

Cinco novelas, de Paco Gómez

Hace unos días recibí un reto en las páginas del blog Editorial C&M, de mi buen amigo Carlos. Me pedía mojarme y que pusiera en mi blog las cinco novelas que más me han impactado. Vaya por delante que el reto es imposible. Hay muchas más novelas que me han impresionado, no solo cinco. Me es imposible cuantificar el número de novelas que me he leído en mi vida. No obstante, voy a poner aquí el nombre de cinco novelas con sus respectivos autores. No esperéis que me ciña a obras maestras oficiales ni nada por el estilo. Generalmente no estoy de acuerdo con los cánones. Ni siquiera he leído lo suficiente a los clásicos, porque no me gustan, me aburren. Ni tampoco suelen gustarme los escritores ni las novelas “oficiales”. Si me tenéis que dar caña, me la dais, porque seguro que estas novelas a muchos de vosotros no os dirán nada. Decir, además, que soy bastante amigo de la Literatura actual, la de mi tiempo. Y añadir, que los españoles no tienen nada que envidiarle a los guiris. En este país hay mucho más talento del que, a priori, parece. Allá voy:

Las enseñanzas de don Juan, de Carlos Castaneda

Porque me hizo soñar y sumergirme en otra realidad. Realmente habré leído toda la obra de Castaneda más de diez veces, y me quedo corto. Hablo de sus novelas, y no del escritor. Poco me importa que fuera o dejara de ser un farsante. Las sensaciones al leer sus libros fueron para mí inigualables.

El tercer ojo, de Lobsang Rampa

Porque yo era un adolescente y Rampa me enseñó otro mundo distinto al nuestro. Un mundo de espiritualidad, disciplina y esfuerzo. Digo lo mismo que antes: probablemente el tipo fuera un farsante. A mí plin.

Muñecas tras el cristal, de Pedro de Paz

Porque es una novela perfectamente armada y creíble. Porque te lleva hasta el final en AVE. Porque terminé de leerla en una cafetería de mi barrio y me eché a llorar poniendo en peligro mi propia reputación. Porque el autor es uno de los mejores escritores que tenemos y nos va a dar muchas alegrías: seréis testigos.

Niños de tiza, de David Torres

Porque radiografía los ochenta en el madrileño barrio de Canillejas-San blas mejor que si hubiera hecho un video. Porque volví a las calles de mi barrio, a mi adolescencia y a mi juventud. Porque David sabe como nadie los cánones del género y los utiliza en la trama de forma magistral.

Benegas, de Francisco José Jurado

Porque crea un personaje inolvidable en las calles de una Córdoba casi desconocida literariamente. Porque a mitad de novela el lector se pregunta si el autor sabe lo que se trae entre manos o se ha perdido. Porque al final de la novela, el lector acaba reconociendo que el autor no se había perdido para nada, más bien al contrario.

Matar y guardar la ropa, de Carlos Salem

Porque cuando la leí me convencí de que estaba ante algo totalmente nuevo en Literatura. Porque, como dijo Fernando Marías, Salem es un género en sí mismo. Porque creí que no era posible aunar en un mismo libro género negro, surrealismo y humor.

He puesto seis en vez de cinco, Carlos. Pero lo cierto es que las reglas están para romperlas, ¿o no?

martes, 14 de diciembre de 2010

El oficio de escritor (II), de Paco Gómez

Escritor es todo aquel que escribe, esté o no publicado, y trate el género que trate. Conozco a escritores que escriben reseñas, artículos, poemas, relatos, novelas e incluso buenísimas tesis doctorales o brillantes sentencias judiciales. Ahora bien, una cosa es ser buen escritor y otra buen novelista. A veces las dos cosas coinciden, pero no siempre. Basta echar una ojeada a los estantes de las librerías, abarrotadas de buenísimas y pésimas novelas, mezcladas, compartiendo espacios y anhelos de los más diversos lectores, para comprobar que no es oro todo lo que reluce.

Lo que más nos venden las editoriales son las novelas, de variopintos géneros. Por eso, no es extraño que muchísimos escritores se hayan refugiado en la novela como forma de dar una salida comercial a sus escritos. Pero no son novelistas, porque no saben construirlas.

Una novela siempre debe comenzar con un planteamiento que ajuste al lector, en donde se centren paisajes, personajes y las primeras situaciones. Esto se puede hacer de varias formas y en disparejas voces narrativas; a través de diálogos o a través de disertaciones del narrador; se puede empezar con hechos del pasado o del futuro; y lo más importante, se debe hacer de forma amena para atrapar la atención del lector. En cualquiera de los casos, una vez cubierta la función del planteamiento, este debe servir para trazar un puente que parezca que el lector vaya cruzando sin demasiado esfuerzo. Este puente va desde el principio hasta el giro, en el que el lector debe aterrizar con una sola inquietud: seguir leyendo. Hasta aquí, deben haber aparecido los personajes principales y secundarios y debe haberse mostrado en mayor o menor medida la trama y las tramas paralelas o subtramas. La narración puede haber sido enriquecida con diálogos, sucesos, una carta, un diario o diversos hechos relevantes acaecidos a los personajes. Llegados al giro, el novelista debe pensar cómo ir cerrando las tramas. Hay trucos, aunque no conviene abusar. Por ejemplo, se puede distraer la atención del lector llevándola hacia un punto que en nada va a tener que ver con la resolución de la novela, aunque aparentemente parezca lo contrario.

Desde el giro o nudo, el novelista debe trazar otro puente, con más pendiente si cabe, para que el lector haga un viaje vertiginoso hasta el desenlace. Cualquier otra estructura no es una novela, será otra cosa, escrita, probablemente, por un escritor genial, pero no por un novelista genial, ni siquiera por un novelista del montón.

El lector de novela es muy exigente, quiere que le cuenten una historia, quiere viajar y convivir con los personajes y las situaciones. Cualquier cosa distinta de esta hace que la novela sea cerrada y abandonada en una estantería para siempre con una promesa: no volver a leer nada de ese autor.

Sería bueno que editoriales y librerías dejaran de colar “con calzador” bajo la etiqueta de “novelas” a escritos que son meras reflexiones, meras divagaciones de, en algunos casos, excelentes escritores, pero que a la vez son pésimos novelistas.

sábado, 11 de diciembre de 2010

El círculo alquímico, de Paco Gómez

Bueno, pues ya tenemos portada y contraportada. No sé si salgo muy favorecido en la fotografía, pero es mi cara. Me temo que no tengo otra. Desde la editorial me dicen que que ya la han metido en imprenta y que para final de mes estará en las librerías. Me falta saber la fecha concreta para concretar las presentaciones. Me temo que ahora empieza otra fase del trabajo: dar a conocer el fruto de tantas y tantas horas sentado frente al ordenador. Creo que al final el libro va a quedar chulo. Y si tenéis que hacer regalos para las navis... pues eso.

¿Y de qué va la cosa? Pues la cosa va de que aparece un fresco en la Catedral de Toledo al acometer las obras de restauración de la capilla de San Ildefonso. El Arzobispado pide un técnico a la UNED para dirigir la restauración. Aparece Carlos, que se entusiasma por la labor aun a pesar de perder sus vacaciones, que iba a pasar con su hermana Marta, que trabaja en Alemania, en Madrid. Marta aparece con su compañera Reham, una alemana de padre árabe que trabaja como jefa del departamento del Historia del Arte del un colegio mayor en Berlín. Ella acaba totalmente fascinada por el cuadro. Al equipo se incorpora John, un detective privado, que dice representar los intereses de un cliente aficionado al Arte. En realidad, su jefe es un mafioso de la principal familia de Nueva York, Michael Luchessi, como digo, mafioso, pero también coleccionista de Arte y... algo más. John se enamora de Reham, y viceversa. A partir de aquí, las intenciones de John cambian. Hay otro personaje, llamado Boris Vasílievich, enigmático, que se aparece regularmente a varios de los personajes haciéndoles vivir experiencias increíbles. El fresco de Toledo lleva a algunos personajes a hacer un viaje hasta El Cairo, pasando por Jerusalén en un círculo que vuelve a cerrarse en Toledo. Al final del libro, los mismos hechos afectarán a los personajes de una manera totalmente diferente. Lo que está claro es que los acontecimientos cambiarán las vidas de todos y cada uno de ellos.

Espero que argumento os haya intrigado. Yo he puesto en él todo mi cariño.

martes, 7 de diciembre de 2010

El círculo alquímico, de Paco Gómez

Hay que ver el trabajo que da una novela. No solo es escribirla, que tiene tela. Luego vienen las labores de corrección que, en primera instancia hago yo mismo. Aún así, es bueno que otra persona te la revise. Es importante, no solo que sea filólogo, sino que además sea un lector de novela habitual, ya que así te corrige las faltas y los errores de trama y argumento. En mi caso, es mi amigo Juanjo García quien me hace estas labores. No obstante, después de que Juanjo deje el texto casi niquelado, le doy la novela a mi amigo Manolo Peña, filólogo y empedernido lector. Siguen saliendo errores. Nunca podré agradecerles la ayuda que me prestan.

Cuando ya parece que tienes la novela en condiciones de ser presentada a una editorial, empieza la labor de vender tu producto. No se puede enviar el manuscrito a una editorial que no te lo ha solicitado. Es entonces cuando vienen las cartas de presentación. No todas las editoriales a las que mandas el manuscrito te responden. Otras, te envían una carta diciendo que tu novela es buena pero que no encaja con su línea editorial.

A través de mi agente, conseguí un contrato para mi primera novela con una editorial grande. Han pasado tres años y medio desde entonces y sigo sin tener noticias. Empecé a mover la segunda, “El círculo alquímico”, hasta que un día la editorial Ledoria me contestó diciéndome que estaba interesada en mi manuscrito. Esto fue a principios de año. Hace un mes se pusieron en contacto conmigo y me dijeron que pensaban sacar la novela a finales de año. Han ido cumpliendo los plazos. Me mandaron la novela ya maquetada hace quince días y comencé el proceso de revisión. A pesar de las sucesivas correcciones, todavía saqué errores. Les envié las revisiones y ahora me han enviado la maqueta definitiva corregida. Pero el caso es que hay que hacer otra revisión, y en eso estoy. Ya me han enviado la portada que os ofrezco en primicia. Y les he enviado sinopsis y fotografía.

Siguen empeñados en sacar la novela a finales de mes. Y yo por mi cuenta me estoy trabajando la presentación en Madrid, aunque habrá otra en Toledo (estas son las oficiales). Espero contar para la presentación en Madrid con mi amigo, el escritor Pedro de Paz, que gentilmente se ha ofrecido para ello. Ya le he pasado el manuscrito. Y también espero que mi amiga Virtudes Reza, la mejor poeta que hay en estos momentos, me acompañe en el evento, ya que me ha hecho un prólogo impagable.

Así que estoy hasta arriba de trabajo, pero si todo sale bien, merecerá la pena.

jueves, 2 de diciembre de 2010

Presentación de “Pistola y cuchillo”, de Montero Glez, en hotel Kafka, por Paco Gómez

Hotel Kafka es otro de los espacios que hacen que Madrid siga siendo literario. Es aulario de diversos talleres, librería y sala de eventos diversos. Además, allí se bebe y se fuma, como antaño, aunque solo sea hasta después de las campanadas de Nochevieja del presente año por obra y gracia de la afición a las prohibiciones de este Gobierno que seguimos padeciendo con resignación..., amén.

Llegué pronto porque me gusta observar. Y allí estaba Monterito, de pie, con la sonrisa puesta y un purillo en su boca sonriente. Se le notaba contento. No era de extrañar. Fue cuando me dirigí a despojarme de la chupa: de una breve mirada al respetable caí en la cuenta de que todo el público estaba compuesto única y exclusivamente por féminas; mujeres adolescentes, jóvenes y maduras que miraban embelesadas al escritor y escuchaban sus alternativas pláticas con lectoras que ya acudían para que Montero les dedicara su ejemplar. Ahí estaba el maestro, derrochando simpatía mientras mordisqueaba su purillo, dándole a la pluma en pose torera; ataviado con camisa, vaqueros, bufanda de rayas rojas, blancas y azules y calcetines a juego. Y con un abrigo azul oscuro de paño de los que llevaban antes los marinos, aunque, al igual que Jesús Marchamalo posteriormente, ahí me equivoqué. Porque Jesús comenzó la entrevista piropeando a Montero precisamente por su abrigo marinero. El escritor le dijo que no llevaba un abrigo de marinero sino de maricón, haciendo hincapié en el término, ya que según él estaba hasta los mismísimos de escuchar el eufemismo “gay”.

Como quedaba una media hora para que empezara el acto, aproveché para dar un garbeo y merodear los anaqueles repletos de libros de Hotel Kafka. Me hice con mi ejemplar de “Pistola y cuchillo”, pero no pude evitar comprarme “Sangre a borbotones”, del maestro Rafa Reig, del que supe esa misma tarde que se había hecho con el Premio Tusquets de Novela. Y como al lado estaba “Mala suerte”, pues la agregué al lote, ya que su autor, Juan Aparicio Belmonte, además de tener un apellido la mar de torero, es un tío que me cae estupendamente y tenía ganas de leerlo.

Solo faltaban unos minutos para que empezara la presentación cuando tomé acomodo en la primera fila, en la silla en la que había dejado mi chupa. Estaba cacharreando con el móvil cuando escuché un “hola, Paco” característico. Antes de levantar la cabeza supe que ante mí tenía el rostro de Carlos Salem. Le saludé y le di la enhorabuena, a lo que me contestó que por qué.

-Pues por el Premio París Noir, Carlos, que no te había visto desde antes –repliqué.

-Ah, sí, gracias –dijo con ese aire suyo despistado tan característico-, pero que sepas que no tiene dotación económica.

-Pero tiene mucho prestigio.

-Eso sí, mira.

Me confesó que, a pesar de habérselo pasado estupendamente, estaba cansado. Y que lo que más le gustaría es estar en casa sentado sin viajar al menos durante seis meses, escribiendo y descansando. Asentí mientras pensaba que Carlos es un personaje inquieto viajando y sin viajar. No en vano ese mismo día me había avisado por Facebook de que pone en marcha un ciclo de recitales de poemas y microrrelatros en “Los diablos azules”.

El acto dio comienzo un poco más tarde de lo previsto. La sala estaba a rebosar, con gente (a esas alturas también hombres) que observaba de pie desde los sitios más inverosímiles. Como ya mencioné antes, la cosa empezó con la anécdota del abrigo, pero Marchamalo no se vino abajo. Llevaba unos folios con apuntes de los que tomaba las preguntas que realizaría durante toda la entrevista al escritor, que le miraba con ese brillo característico en sus ojos a través de volutas de humo. Y entre el humo de su puro empezó a vomitar palabras que flotaron entre los asistentes como si fueran compases extraídos de la guitarra de Tomatito. Porque “Pistola y cuchillo” habla de Camarón de la Isla sin ser biografía. Es nada más y nada menos una novela en la que Montero ha convertido a la leyenda de la isla de San Fernando en personaje protagonista de un libro que se gestó en su lugar de nacimiento, concretamente en la Venta Vargas. Nos explicó el escritor que tuvo la suerte de seguir al cantaor por los escenarios durante buena parte de su carrera y que, si bien no tuvo excesiva relación personal con él, tiene grabado en su memoria los breves encuentros que mantuvo con el que todos los gitanos consideran un rey, en especial, un “buenas noches” que aún retumba en su alma por la forma que tuvo de dárselas Camarón. Se refirió Montero a las andanzas del cantaor por la Venta Vargas, anécdotas que el propio escritor ha ido recogiendo a través de relatos orales en la propia venta, haciendo referencia a aquel famoso encuentro de Camarón de la isla con Manolo Caracol en el que todos se dieron cuenta de que se había producido el relevo.

Marchamalo leyó unas frases del libro especialmente lúcidas que calificó de poéticas. Pero Montero Glez se encargó de dejar bien claro de que él no es poeta. Me encantó escuchar verbalizado en boca del escritor lo que yo mismo pienso: que la Poesía es un arte mayor y que los poetas son los verdaderos literatos al ser capaces de plasmar en pocas y bellas palabras una historia, mientras que los novelistas necesitan muchísimas páginas para contar un relato.

Todos sabemos que Montero Glez, además de escritor, es un provocador nato. Y nos hizo reír en más de una ocasión con sus comentarios jocosos que él parecía emitir en serio. Por ejemplo, nos contó que vive alquilado y que no tiene coche ni posesiones de valor y que, para la edad que tiene, ya no le merece la pena aspirar a conseguir nada. La sala volvió a llenarse de carcajadas cuando nos explicó que Madrid no le permite lo mismo que le consiente Chiclana: pasear y meterse para el cinto sesudas novelas y ensayos costosos de digerir. Nos contó que le han dado dos avisos en Facebook y que al tercero le echan. Uno por decir tacos y otro por criticar al Papa. Así que ahora es un usuario recatado de la “herramienta neoliberal”, así la definió, pero que sin embargo la considera útil y, por tanto, ya ha aprendido a usarla. Vamos, que a él no le echan.

El escritor nos dijo que la novela no es la más comercial pero que es la mejor que ha escrito y que se le recordará por ella. La edición ha estado a cargo de Mario Muchnik, como todas las de sus libros y la publicación la ha hecho “El Aleph Editores”.

Al término del acto, le dije mi nombre para la dedicatoria. «Hombre, Paco Gómez el de Facebook» -dijo ante este sorprendido admirador.

En las postrimerías del evento me saludó mi buen amigo Miguel Baquero, colega blogger con el que estuve charlando, mientras tomábamos una cerveza, de escritores que no nos gustan. Me presentó a un amigo periodista de cuyo nombre no logro acordarme, gracias a mi crónico despiste, que se unió por unos momentos a la tertulia. También andaba por allí Juan Aparicio Belmonte, que me saludó amablemente, como siempre, y claro, aproveché para que me dedicara “Mala suerte”. Miguel quiso presentarme a Montero, ya que él y el escritor han sido compañeros de estudios de bachillerato, pero la cosa no se dio porque el autor anduvo muy ocupado, como era lógico. Pero yo me conformé con haber charlado brevemente con él, con llevarme un buen puñado de sensaciones y con traerme para casa mi dedicatoria: “Pistola y cuchillo, dedicado a Paco Gómez por Montero Glez, con gratitud y cariño. Vino al Hotel Kafka el primero de Diciembre del 2010 a pesar del frío”.

miércoles, 1 de diciembre de 2010

BLUESMORGAN, por Virtudes Reza

La figura de José “Morgan” no deja indiferente al que lo conoce. Un tipo sencillo, humilde, con sentido de humor, amigo entrañable. Es un genio lleno de acordes: los que existen y los que él reinventa a su antojo. Ofrece y regala lo mejor de sí en cada actuación ante el gran público y ante los que tenemos el privilegio de escucharlo más cercanamente.
Morgan es uno de los grandes y eso no me lo va a negar nadie, y si es así, es que no lo han visto en acción, por lo que sentiría lástima de ausencia por ellos, ya que la vida se ve de otra forma a través de su universo musical. Podría decir muchas cosas de él que lo definen como virtuoso de la música, como se decía antes. Yo me atrevo a decir que es un ingeniero de acordes, ya que su creatividad llega más allá de lo razonable. Sus punteos son combinados con un sentido lógico para sus manos que saben lo que deben hacer a la perfección. Su digitación vuela sutilmente por el mástil, acariciando el camino a seguir. Sus acordes dibujan senderos auditivos que resucitan sensaciones olvidadas o nunca vividas.

Lleva la música a las manos directamente desde el corazón. A cada movimiento denota su extremada sensibilidad rebosante y sus ojos acompañan cada acorde e iluminan su rostro redescubriéndose a sí mismo cada vez que está cerca de una guitarra. Es como si su alma escapara para abrazar las curvas hechiceras y cada acorde adornado de encaje de punteos forma un remolino envolvente que anula los sentidos terrenales haciendo viajar hacia otro plano.
El destino quiso que el sur supiera de él. Nos lo trajo el levante desde tierras alicantinas y al final de la ruta 66 que marca su vida, sobre su Harley-Davidson imaginaria y su Fender, escapa de la realidad que todos conocemos.
Compositor de sueños melódicos, “Bluesman” empedernido, hace de su pasión la de todos hipnotizando hasta el aire circundante. Ha tocado con grandes de la música, que él nunca menciona, ni falta que le hace.
Morgan, un aventurero de la vida y un encantador de serpientes humanas, convierte la guitarra en su vida y, al mismo tiempo, transforma su vida en una guitarra llena de escalas dibujando caminos de futuro en una simbiosis perfecta.



BLUESMORGAN RUTA 66

Aunque no exista guitarra,
los acordes salen de tus manos,
igual que las palabras,
como caricias a la piel suave,
como el aire que flota,
sin viento hostil,
como susurro en noches de silencio.
Melodías del corazón,
en acordes de miradas acompasadas.
Aunque no exista lluvia fresca,
lágrimas sinceras en ojos del pasado,
cálido presente abrigado de recuerdos,
en la melodía de un amor presente.
Aunque no exista guitarra,
la voz que dibuja la ilusión,
se desliza por mástiles imaginarios,
llenos de locura,
divina locura.
Y la voz dibuja sílabas encadenadas,
no dichas,
antes que hable la garganta de cuerdas.

martes, 30 de noviembre de 2010

De Madrid al cielo, por Paco Gómez

Carlos Salem es muchas cosas. Es novelista, cuentista, poeta, articulista, profesor de talleres literarios, un tipo con un pañuelo pirata que gana premios..., un buen amigo..., un buen animador de tertulias... y, sobre todo, un tipo inquieto al que desde fuera se le observa un no parar como organizador y participante de actividades culturales. Ahora pone en marcha un par de actividades en las que no es nuevo; de hecho, ya organizaba estos eventos en el Bukowsky, en pleno corazón de Malasaña. Pues bien, sólo hay que cruzar la calle Fuencarral, avanzar un tramo y girar por Apodaca hasta llegar al número 6, o lo que es lo mismo, hasta llegar a “Los diablos azules”, un garito en donde te puedes tomar unas cervezas con unos amigos y asistir a recitales o a presentaciones de libros. A partir de ya, Carlos Salem organiza los martes y los miércoles recitales de Poesía y lectura de microrrelatos, respectivamente, a partir de las 9 de la noche, ya sabéis, en "Los diablos azules". El mecanismo es sencillo: uno se lleva sus tres poemitas o sus tres micros, se apunta y, cuando le llega el turno, lee. Así de fácil.

Tanto el garito como el perpetrador del evento ofrecen la posibilidad de leer y de escuchar a los demás en un acto de Literatura en vivo en el que podremos observar a autores y tendencias. En fin, que como decían los antiguos: “De Madrid al cielo”, pasando por tantos y tantos garitos, librerías y espacios que afortunadamente nos quedan en el Foro.

domingo, 28 de noviembre de 2010

"Ser escritor..., sentirse escritor", de Virtudes Reza

Me siento escritora y soy feliz por ello. No he publicado y, aunque me gustaría hacerlo, considero que no es una condición necesaria y suficiente para albergar dicho sentimiento. A veces me miro al espejo bajo prescripción de un amigo, y al mirarme veo una fotografía de lo que siempre quise ser. Una fotografía real de una forma de sentir que quizás no entendí en su momento, pero ahora sí. Es la instantánea vislumbrada de una forma de vida que sólo entienden los que eligen involuntariamente esta opción. ¿Hace el hábito al monje? ¿Hace una forma de vestir al escritor? La respuesta está servida a gusto del lector. En mi caso, puedo decir que me encantan los sombreros. El que me gusten, ¿significa que tenga pinta de escritora? Probablemente no, pero forma parte de mí esa pasión por los sombreros igual que la pasión por escribir. Claro, una cosa no es comparable con la otra. Con ello sólo reflejo la pasión que un ser humano puede llegar a sentir.
-¡Parezco una escritora con el sombrero! -digo a veces.
-Pareces no, ¡eres una escritora! -dice un amigo con criterio.
Hago referencia a los sombreros como podía haberlo hecho a un sinfín de pasiones que guardo ahora para mí.
Vivo al sur, frontera de Europa con el continente africano, en un lugar apartado de muchas cosas, exento del estrés que supone la gran urbe con la impertinencia también de carecer de buena literatura en vivo y en directo. Muy a pesar mío, esta lejanía duele, porque me distancia de una nueva corriente de escritores, es más, me atrevería a decir “una nueva generación de escritores”.
Soy consciente que hay escritores buenos nacidos fuera de Madrid, y que muchos emigran como antaño lo hicieron otros que formaron parte de conocidas generaciones. Hay tertulias, hay presentaciones, hay actos que sirven para intercambiar impresiones y sensaciones entre escritores y entre éstos y editores. Se hacen negocios dentro del circuito, lejos del sentimiento de escritores noveles. A veces se olvida la calidad y se produce un intercambio de ésta por cifras mediáticas marcadas por pautas de un mercado seguro, achacando ciertas actuaciones a tiempo de crisis.
¿Qué hacer desde la distancia? Nada, realmente. O vas donde se cuece la industria de la literatura o te quedas donde está el pan que te da de comer, para conformarte con las migajas que ofrecen las nuevas tecnologías y... ¡bienvenidas sean esas migajas!
En Madrid se está forjando una nueva generación de escritores, que están haciendo un favor innegable al universo de las palabras, aunque esta labor pasa desconocida para muchos. Esta generación formada por escritores al abrigo de la sombra, son entre otros: Carlos Salem, Andrés Pérez Domínguez,Juan Gómez Jurado, Francisco José Jurado, Mario Escobar, Paco Gómez Escribano, Jerónimo Tristante, Pedro de Paz, David Torres….
Son escritores que han nacido al abrigo del cine, con un verbo fresco, actual, que son malabaristas de líneas propias de un cine sin imágenes, más bien de un cine de palabras. No son “etiquetables”, pero tienen una pasión común: “escriben lo que quieren leer”. Este buen hacer les dota de una credibilidad inigualable, propia de genios sin lámpara a la que frotar, lejos de la fantasía infantil.
Este denominador colectivo les invita a abrirse paso en un mundo donde los de siempre son los que tienen cabida. Valga como muestra los últimos premios concedidos: el “Paris Noir de Novela Negra” para Carlos Salem y el XX Premio Internacional de Novela "Luis Berenguer" para Pedro de Paz.
Ser escritor…, sentirse escritor, no es cuestión de publicar o de obtener premios, pero desde luego es un estímulo para seguir escribiendo en ese tiempo de soledad que envuelve al escritor cuando escribe.

sábado, 27 de noviembre de 2010

Pedro de Paz se alza ganador del XX Premio Internacional de Novela "Luis Berenguer" con su novela "La senda trazada", por Paco Gómez

Parece que el premio lo hubiese ganado yo, porque estoy doblemente contento. Por un lado Pedro de Paz, un escritor al que admiro, ha ganado el “Luis Berenguer”. Por otro, lo ha ganado un amigo, una persona que es un enigma, en cuanto a que es difícil determinar si es mejor persona o escritor.

Recibí la noticia ayer en un eseemeese que me envió una amiga, aunque no he sabido más hasta esta mañana cuando me he conectado a internet. Él se lo tenía muy callado, pero la noticia ya es pública en el ciberespacio y en los diarios matinales. Pedro ha conseguido un galardón importante, sin duda; un premio patrocinado por Unicaja y dotado con 24000 euros de los que por lo menos 9000 irán para paliar la crisis (lo siento, Pedro, pero Hacienda somos todos) y que será editado por Algaida. Un premio que no solo es para él, sino para todos sus lectores, que podremos disfrutar de una nueva historia de este grandísimo escritor justo ahora que acaba de reeditarse su “Durruti”.

Este merecido galardón va a impulsar la carrera de un hombre que hasta ahora nos había regalado tres novelas increíbles. Con la primera, “El hombre que mató a Durruti”, ganadora del premio “José Saramago”, se dio a conocer. En ella, una historia increíblemente madura para ser obra de un escritor novel, nos narra la hipotética investigación llevada a cabo por un policía y su ayudante de las circunstancias que envolvieron la muerte de Buenaventura Durruti. Nos dibuja fielmente un Madrid que nuestra generación no conoció, el de la Guerra Civil Española, por donde campaban a sus anchas militares republicanos y rebeldes junto a bandas armadas de toda índole y pelaje. Una investigación llevada a cabo por unos personajes conandoilizados en un guiño al maestro Doyle, a quien Pedro admira. La novela no tuvo la trascendencia que se merecía, dado que no se editaron muchos ejemplares, pero contó con la anécdota de ser traducida al inglés y publicada en la pérfida Albión haciendo de ella que actualmente sea un ejemplar para coleccionistas. Tampoco tuvo la trascendencia merecida su segunda novela,“Muñecas tras el cristal”, un novelón, no por su tamaño, sino porque Pedro se marca una historia inteligente y actual que cumple con los cánones del género negro pero que, en realidad, es una grandísima historia de amor. Es una de las pocas novelas que me ha hecho llorar, lo que demuestra que llega al fondo del alma y eso..., eso es muy difícil de conseguir. Con “El documento Saldaña”, Pedro nos presenta una historia de investigación al más puro estilo negro trazada sobre el paisaje del Madrid actual con tintes históricos y, por tanto, con una espléndida labor de documentación. Con ella da el salto no a una de las grandes, sino a la mayor editorial española: Planeta. Es la carta de presentación de un personaje que, no me cabe duda, tendrá su continuidad como investigador en otras novelas: Miguel Cortés.

No sé nada, absolutamente nada, de "La senda trazada", la ganadora del premio “Luis Berenguer”, salvo un párrafo extraído del ABC y que transcribo: “un thriller urbano protagonizado por un reportero gráfico que encuentra un libro que presagia la muerte de personajes famosos”. Pero de lo que estoy seguro es de que será una novela sensacional ya que ha competido con otras 65 obras de España, Francia, Suecia, Ecuador, México y Argentina.

Como decía ayer Mario Escobar en la presentación de su novela “El dedo de Dios”, la nuestra es una generación que, para bien o para mal, nos hemos criado con la televisión y el cine. Por tanto, esto está presente en las novelas que escribimos. No nos conformamos con hacer Literatura, sino que nos esforzamos para que los capítulos de nuestras obras sean “escenas”, es decir, que intentamos conseguir que nuestros lectores lean nuestras novelas “visualizando” las tramas. Como lector, si no es así me aburro; como escritor, si no consigo esto, pienso que la novela que estoy escribiendo no merece la pena. Pedro lo consigue con creces. En el intento, hay escritores de tercera, de segunda y de primera. Y luego están aquellos que se sitúan en la categoría de Pedro de Paz, es decir, en la “Champions”. Enhorabuena y muchas felicidades, amigo.

miércoles, 24 de noviembre de 2010

Paco Balbuena, de Paco Gómez

Lo he dicho en muchas ocasiones: uno llega hasta una novela o hasta un escritor de la manera más insospechada. Los que se quedan en las reseñas de los culturales de los periódicos de tirada nacional se están perdiendo una buena parte de la Literatura que se hace en este país. Hay multitud de blogs y de portales culturales independientes llevados, en muchos casos, por personas anónimas que dedican un gran esfuerzo (generalmente robando tiempo a sus familias y a otras actividades) a llevar Cultura hasta las casas de los diversos internautas que navegan por la Red.

Pero no todo es Internet. Como sabéis, soy aficionado a frecuentar presentaciones, mesas redondas y todo tipo de saraos literarios. No hace falta ser el más simpático del mundo para acabar conociendo a escritores, críticos, editores, etc. Asistiendo a una de estas mesas redondas, dentro de las actividades programadas por Getafe Negro, escuché una frase que me impresionó. El Círculo de Bellas Artes no estaba muy concurrido: día de diario, el Madrid en Champions… Esa frase, pronunciada por uno de los conferenciantes ese día venía a decir aproximadamente lo siguiente: “La inspiración de un escritor surge siempre de la unión de dos polos que, aparentemente, no tienen nada que ver. De esta unión, siempre surge algo muy fructífero”. El padre de esta genialidad: Francisco (o Paco) Balbuena, al que de nada conocía, mea culpa. La frase me hizo reflexionar, preguntándome si esto me había ocurrido a mí en la escritura de alguna de mis novelas. En efecto, así era; a mí sólo me faltaba verbalizarlo, aunque ahí estuvo Paco con su frase resonando por el auditorio, tan certero y concreto como eficaz al pronunciarla.

Ningún escritor utiliza los mismos protocolos al escribir. Pero cierto es que, por mucho que se utilice un método u otro, llegado a un punto de la novela, el novelista suele quedarse clavado. Se dice que los escritores son raros, extravagantes, vanidosos, etc. Yo añadiría un calificativo más: frágiles. Llegados a ese momento, cuántas veces el escritor hasta llega incluso a cuestionarse si se le ha olvidado escribir. Es en ese instante cuando suele ocurrir lo que dice Balbuena. Algún personaje o situación (polo) con el que no contábamos se une a nuestra trama (el otro polo) y la historia funciona, todavía con más intensidad que antes de la aparición del polo primario.

Desde ese momento en el Círculo de Bellas Artes me interesé por la vida y obras de Paco Balbuena. Resulta que me enteré de que había ganado el IV Premio de Novela Ciudad de Badajoz con “Portentos de ultramar”;el IX Premio de Novela «Francisco García Pavón» con El oráculo de la tortuga” (tanto esta obra como la anterior publicadas con Algaida); segundo del Premio Azorín 2007 y finalista delAteneo de Sevilla 2007; finalista del Premio Azorín 2008, finalista del Premio de Novela Fernando Lara 2008, cuarto del Premio Planeta 2008, segundo del Luis Berenguer 2008 y finalista del Premio Primavera 2009. Su trayectoria, por tanto, no es baladí.

Pero lo más asombroso es la modestia con la que camina por la vida. Volví a verle otra vez, por casualidad, en el pasado Getafe Negro. Después de asistir a las actividades de la mañana, tuve el honor de sentarme a la mesa con él. No estábamos solos, por citar a unos cuantos diré que por allí andaban los amigos Carlos Salem,Pedro de Paz y José Luis Muñoz, entre otros. Alguien le dijo que ocupara un lugar preferencial a la mesa, no obstante era el reciente ganador del certamen de Getafe Negro. Y él, con toda naturalidad, dijo que nada de lugares preeminentes, que para eso estaba allí José Luis Muñoz que era “el escritor”. Me llamó la atención el detalle.

Para terminar, diré que volví a encontrarme con Paco de forma casual el otro día, en la presentación del Durruti de Pedro de Paz. Me acerqué a saludarlo cuando ya había terminado el acto. Estuvimos charlando largo y tendido: de escribir, de Literatura y de un sinfín de temas. Y lo que son las coincidencias; resulta que Paco tiene contratada una novela con la misma editorial en la que yo firmé un contrato por la primera mía. Yo llevo mucho tiempo esperando que ese proyecto vea la luz y él también ha esperado mucho por la suya, aunque me comentó que seguramente le publicaban a primeros de año. Le felicité por ello y a punto estuve de felicitarle por su bonhomía. No lo hice por temor a que se me pusiera colorado allí mismo.

La novela ganadora del premio de Getafe Negro se titula “No hay perro que viva tanto”, una novela negra que cuenta con la originalidad de que su trama cabalga por algo tan actual como Twitter. Me la dedicó en la presentación y estoy deseando hincarle el diente.

domingo, 21 de noviembre de 2010

Paco Gómez Escribano en letras mayúsculas, por Virtudes Reza

Paco Gómez Escribano es un escritor novel en cuanto a publicar, que cuenta en su haber con tres novelas y una cuarta en proceso, además de poemarios y libros de relatos. Tiene pendiente de publicar su primera novela, contratada con una editorial de las grandes. Actualmente, vive un momento dulce del cual soy testigo de excepción, ya que en diciembre será la presentación de su segunda novela.
Una novela distinta en la que el lector navegará por sus líneas a la carta. Una novela distinta para un mundo distinto, en el que el tiempo se para dejando el plano de los sentidos al descubierto.
Paco Gómez suma a su juventud la madurez del buen hacer, dominando multitud de estilos, que no tiene inconveniente en combinar a su antojo, en embarazos literarios.
Observador activo y pasivo, incansable alumno de la vida, fotógrafo de momentos, alquimista de aromas, buen hacedor del saber estar, excelente amigo en buenos y malos momentos, al que diría “hasta el infinito y más allá...”. En definitiva un escritor con un don especial que regala a sus lectores lo que para él quisiera.
Un escritor al que escribiría un prólogo perpetuo sin decir mucho más que “sin palabras”.
¡Felicidades maestro! Espero que pronto se reconozca tu calidad como escritor.

sábado, 20 de noviembre de 2010

Presentación de “El hombre que mató a Durruti”, de Pedro de Paz, por Paco Gómez

La primera parada que hice al llegar a la calle Guzmán el Bueno fue en Malvasía, un garito con cierto encanto por la cantidad de cachivaches que alberga como parte de la decoración. Me pedí una tónica para calmar el estómago que no vivía sus mejores momentos por culpa de unas lentejas. Pagué con un billete de 50 euros y el camarero me dijo que no tenía cambio, que ya se lo daría otro día. Le dije que no era del barrio y me comentó que le daba lo mismo, detalle que me hizo reflexionar por poco habitual.

Diez minutos más tarde, me encontraba frente a los escaparates de la librería“Estudio en Escarlata” viendo libros, que merece la pena. Lo que no merecía tanto la pena era pasar el frío que pasé por terminar de fumar un cigarro, pero así son las cosas.

Por fin entré y, al bajar las escaleras me encontré con Pedro de Paz, el autor del libro objeto de la presentación, y con Jorge Díaz, maestro de ceremonias, que se encontraban charlando con el nieto del sargento Manzana, el militar que, junto al chófer, estaba presente cuando esa dudosa bala atravesó el cuerpo del comandante Durruti. Saludé a los dos escritores y, por fin, lo prometido es deuda, le pasé a Pedro el último CD de 1001 Tiro, el grupo de mi hermano. Fue también un gusto saludar al último premio de Novela de “Getafe Negro”, Paco Balbuena, un hombre que me cae estupendamente por la modestia con la que va por ahí después de haber ganado tantos premios y con el que todavía me quedaba una buena conversación después del acto. Me senté en primera fila con el cronista y escritor Enrique Bienzobas, inconfundible con sus ademanes y sus sombreros.

La presentación comenzó con las notas graves de la voz de Jorge Díaz flotando por ese habitáculo entrañable lleno de libros policíacos que es el sótano de la librería. El guionista, y autor de “Los números del elefante”, había hecho los deberes. No sólo demostró haber leído la novela atento a los muchos detalles y connotaciones que la misma alberga, sino que se había estudiado concienzudamente la biografía de Durruti. Nos hizo su particular dibujo del personaje y cedió la palabra a Pedro de Paz, que nos explicó cómo concibió la novela, fruto de su pasión por la Guerra Civil Española y el periodo histórico que la precede y la sucede. Nos contó cómo la figura de Durruti le llegó cuando estaba concibiendo la novela, que iba a tratar sobre la Guerra Civil, pero que, si se hubiesen dado otras causas, hubiera sido otro el personaje, ya que incluso pensó en inventárselo. Pero Durruti se metió por medio y fue ganando fuerza en la medida que el escritor iba imaginando la historia, llegando a convertir a Pedro en un experto “durrutólogo”. En un momento dado, Jorge preguntó a Pedro que quién fue el hombre que mató a Durruti, metiendo en la pregunta el título de la novela en una de las genialidades de la noche del conductor del evento. Pedro contestó con los mismos argumentos que nos da en la novela. Novela que ha sido revisada de arriba abajo y aumentada con un ensayo que nos habla de otra de las facetas de Pedro, la de buenísimo ensayista. No hay que olvidar que ésta es su primera novela, con la que, sorprendentemente para él, obtuvo el premio “José Saramago”; que se publicó en su día, aunque con una baja tirada y escasa repercusión, pero con la anécdota de haber sido publicada en Inglaterra; y que ahora se ha reeditado de la mano de la malagueña editorial Aladena.

Tanto Pedro como Jorge siguieron ofreciéndonos datos de Durruti y de las circunstancias que rodearon su muerte. Pedro reconoció que, a día de hoy, sabe mucho más sobre la figura del anarquista y que también conoce más datos que invalidan algunas de las hipótesis aventuradas en el libro. Pero que, sin embargo, no ha querido cambiar ni una coma en la novela porque ha querido respetar su formato original.

Se habló de Durruti y de las circunstancias que llevaron a España a esa guerra fraticida e ¿inevitable? Puede que sí, puede que no. Lo cierto es que esa idílica república que actualmente añora más de uno no era tan paradisíaca como nos la quieren vender algunos. Y que las circunstancias no eran tan benévolas como para poder decir que los españoles vivían estupendamente. Fue un periodo convulso que desembocó en lo que todos ya sabemos.

Jorge hizo la pregunta que estaba en la mente de todos. Interpeló a Pedro sobre si tiene previsto dar continuidad a los dos investigadores protagonistas de la novela. Pedro contestó que sí ofreciéndonos una primicia agradable.

La guinda a la presentación la puso la presencia de la hija del sargento Manzana, que fue invitada por el escritor a la mesa y nos estuvo hablando de su padre. De cómo, cuando vio la guerra perdida, huyó a Francia por Perpiñán y se embarcó hasta Veracruz para establecerse finalmente en Méjico D.F. y convertirse, lo que son las cosas, en empresario de éxito (digo esto por la contradicción suprema que supone que un anarquista acabe convertido en empresario). Pero lo cierto es que el sargento Manzana era un hombre oscuro, en el sentido de que poco se supo de él y poco se sabe. Su hija, por el contrario, explicó que su padre nunca se escondió. Que era un hombre enérgico, de carácter militar, y que tuvo una vida social muy ajetreada entre la colonia de exiliados en la capital mejicana. En su casa y ante su familia, tenía prohibido hablar de la guerra. Pero ella le escuchó hacerlo en más de una ocasión con sus amigos refugiados. Un hombre que a las seis de la mañana levantaba de la cama a su familia a golpe de campana. Un hombre que, tras tener que dejar su país, se construyó una vida nueva en el Nuevo Continente, eso sí, con el miedo que deja el trauma sufrido por haber vivido y participado en una guerra cruel. Con el temor de que en Méjico hubiera otra guerra, convirtió su casa en una colección de escondrijos, por lo que pudiera pasar.

Me consta que a Pedro le han reprochado que no le preguntara a la hija por las sospechas existentes al respecto de que fuera el propio Manzana quien disparara a Durruti, bien por accidente, bien sirviendo a oscuros intereses. Pero era la presentación de una novela a la que ella acudió voluntariamente. No era el momento ni el lugar para convertir aquello en una tertulia a lo Belén Esteban; hay que ver lo que les gusta a algunos el morbo.

Terminado el acto se sirvió un vino y unos canapés. Os puedo decir que por allí andaban, aparte de los ya mencionados, David G. Panadero, Lorenzo Rodríguez, José Luis Muñoz (el fotógrafo, no el escritor), Antonia J. Corrales, Armando Rodera, etc. En definitiva, lo más florido de los ambientes literarios madrileños. Juan Escarlati me sorprendió mientras me ofrecía un trozo de empanada preguntándome que cuándo salía mi novela y le dije que en diciembre. Estaba yo pensando que cómo se había enterado el librero de tal evento. Parece que me lo leyó en los ojos y me explicó que José Ramón Gómez Cabezas había estado por allí y se lo había chivado. Gracias, compañero, por la promoción.

Si tuviera que contar aquí la de conversaciones que tuve en las postrimerías del evento me faltaría espacio. Sólo reseñar la ya mencionada con Paco Balbuena. Y que acabé tomando una caña en el bar de enfrente con Armando Rodera y su pareja y charlando con Jorge Díaz, que andaba por allí con un vino en la mano. Me enteré de cosas de esas que se hablan en petit comité, cosas de escritores y editoriales, pero que no se pueden decir aquí. De lo que más me alegré es de no haber podido charlar todo lo que me hubiera gustado con Pedro de Paz, porque eso significa que el escritor estaba ocupadísimo. Hay que tener en cuenta que no cabíamos en el sótano y que la gente estaba escuchando la charla desde las escaleras y desde la parte de arriba de la librería.

Al final, volví a pasar por Malvasía y me tomé otra cerveza para pagar la tónica y saldar deudas. Y acabé tocando la guitarra eléctrica con mi hermano y otros dos amigos en su local de ensayo. Pero ésa..., ésa es otra historia.

domingo, 14 de noviembre de 2010

El trabajo del escritor, por Paco Gómez

El trabajo de escritor empieza en la escuela de Primaria, que es en donde nos empiezan a formar. Recuerdo que cuando era un crío nos inflaban a dictados, redacciones, análisis morfológicos y sintácticos y comentarios de texto. No sé si se seguirá haciendo, lo desconozco. Y también es ahí en donde un chaval empieza a familiarizarse con la Literatura, ya que le hablan de escritores y de sus obras y comienza con sus primeras lecturas. La cosa continúa con la Educación Secundaria y con la Universidad, los que llegan. Estas son las bases. Estas, y haber dedicado horas y horas de tu vida a leer un libro detrás de otro.

Después, cuando uno toma la decisión de empezar a escribir, se da cuenta de que no basta con conocer el lenguaje, de que tampoco basta con haber leído muchos libros. Y uno reflexiona. Y yo he llegado a la conclusión de que, siendo lo anterior necesario, es preciso trabajar las pautas del oficio. Porque escribir también tiene mucho de oficio, como ser profesor, fontanero o pastelero. Si se va a escribir un relato o una novela, más vale tener claras las técnicas de trabajo, porque ayuda bastante. Uno ha de conocer que una novela, por ejemplo, debe tener un planteamiento, un nudo y un desenlace. Que a mitad de la narración o quizás antes, debe haber un giro. Se deben tener conocimientos de elaboración de la trama principal, de las tramas secundarias o subtramas y de caracterización de personajes, principales y secundarios. Uno también debe elegir quién es el que va a narrar la novela: si lo va a hacer un personaje, un narrador en primera persona, un narrador omnisciente, etc.

Con todo lo expuesto, puede que uno no sea capaz de escribir un carajo. Si todo lo mencionado fuera lo único, cualquier catedrático de Literatura sería un escritor excepcional y, generalmente, no suelen serlo. ¿Qué falta, entonces? Digamos que lo que queda es lo abstracto. Hablo de conceptos como imaginación, talento, inspiración..., origen de tantas discusiones entre entendidos al respecto de si son facultades innatas o se pueden adquirir. Yo no lo sé muy bien, la verdad, pero creo que algo innato hay, no todo.

Llegado el momento, con todo lo anterior presente, el escritor empieza a escribir. Probablemente, solo un diez por ciento de los que empiezan acaban la novela, seguramente menos. Pero ¿acaba aquí el trabajo? Por descontado que no. Luego viene la corrección que, en un primer término, suele hacer el propio escritor. Y en ella se da cuenta de la cantidad de errores cometidos, desde errores tipográficos a errores de bulto en el argumento. Comienza aquí un trabajo mucho menos creativo, pero para el que no hay que estar inspirado, es un trabajo mecánico. Cuando el proceso termina, es bueno dar a leer la novela a un corrector experto. Los mejores son los filólogos que son habituales lectores de novela. Nos sorprenderá la cantidad de errores que ellos detectan cuando tú mismo creías que ya no había ninguno.

Y después... ¿qué? Si eres un escritor novel y estás contento con el trabajo, el siguiente paso es publicar. Del ínfimo porcentaje de escritores que han terminado su novela y la han corregido, seguramente solo un cinco por ciento consiguen que una editorial les publique. Los caminos son varios: a través de agente, por ti mismo o autopublicación, es decir, financiándote tú mismo el costo de la edición. El llegar hasta una editorial conlleva el trabajo de contactar con ellos y vender tu producto, que no es fácil. En la mayoría de los casos ni te piden el manuscrito y en los casos en que te lo solicitan lo normal es que no vuelvas a saber nada de ellos o te obsequien con una carta de rechazo. El azar y la suerte también cuentan. Porque, a pesar de ser pocos los que acaban siendo escritores en relación a los que empiezan queriendo serlo, somos tantos que las editoriales están llenas de manuscritos por leer.

Si logras publicar, depende de muchos factores el que lo hagas con una editorial grande o con una pequeña. Y las ventas dependen mucho de la historia que hayas plasmado en negro sobre blanco, desde luego, pero también de la propaganda que se haga de tu novela, esto es clave. Y aquí entran los agentes, las editoriales y, en España, el propio escritor también.

Siendo el trabajo de escritor uno de los oficios más solitarios, en esta fase uno se libra por fin de la soledad si hay presentaciones, conferencias y entrevistas; por lo menos se sale de casa y te relacionas con gente, porque creedme, son muchas las horas que hay que pasar frente al ordenador para escribir una novela. Y si la novela es histórica o si utilizas personajes que son reales hay que documentarse, porque no se puede poner cualquier cosa.

Como veis es un oficio muy laborioso. Y hay muy pocos escritores que vivan de lo que escriben, a pesar de ser muy buenos. La mayoría tienen que trabajar en otra cosa para sobrevivir. Dichosos los que pueden vivir de esto.

domingo, 7 de noviembre de 2010

Buenas noticias, de Paco Gómez

Acabo de encender la luz de la habitación, sin embargo, ayer entraba por la ventana un sol del carajo; el tiempo está cambiando. Hemos disfrutado toda la semana pasada de una primavera fuera de contexto; mañana estaremos a cinco grados. Así es Madrid, tan radical en lo bueno y en lo malo. Los pájaros no trinan de la misma forma que ayer.

Desde mi habitación, frente al ordenador, después de haber degustado una tajada de pollo cocido en salsa de níscalos, me he echado un vermú y enciendo un cigarrillo. La mañana ha sido muy relajada. He hecho lo que me gusta hacer: comprar el periódico, tomar café sentado en la habitual cafetería frente a la inmensa cristalera que me proporciona vistas relajantes. Y después he empezado“Con anuncio”, penúltima novela de Rosa Ribas, a la que tuve el gusto de saludar en Getafe Negro y llevarme la novela dedicada. Me está gustando y me interesa su perspectiva de española residente en Alemania.

El anterior libro que leí es la última de Andreu Martín. Curiosamente, mientras disfrutaba de la lectura de “El blues de una sola baldosa”, el autor recibía el Premio de Novela Negra Pepe Carvalho, enhorabuena. El premio es muy prestigioso y sólo (de momento lo sigo escribiendo con tilde, ya veremos) lo había ganado un español hasta ahora: Francisco González Ledesma. El escritor catalán, con quien tuve el gusto de conversar no hace mucho en Getafe Negro y que me dedicara la novela, une así su nombre a la lista compuesta por el mencionado Ledesma, Henning Mankell, P.D. James, Michael Connelly y Ian Rankin.

Curioso el mundo literario, en el que no sólo cuenta la calidad sino esa pizca de suerte que puedes encontrar en el lugar que menos esperas. Levanto mi copa de vermú en el aire y brindo conmigo mismo porque ayer acaban de anunciarme que es más que posible que mi novela salga en Diciembre y que la semana que viene tenga la maqueta. Después de cuatro años buscando editorial se va a publicar por primera vez una novela mía, que es la segunda. Puede darse el caso de que me publiquen tres a la vez y después dirán que soy un escritor muy prolífico cuando la verdad es que ya tenía escritas esas tres novelas. Pero así es la vida, caprichosa y a veces insondable. No me pidáis que diga título y editorial, de momento es mejor abstenerse, pero os mantendré informados.

De momento, esto ha hecho que se incrementen mis ganas de seguir escribiendo novelas. Una cosa está clara: independientemente de la suerte que se pueda tener en esto, la base es el trabajo. Y muchas horas frente a la pantalla del ordenador, documentándote y escribiendo, escribiendo y documentándote. Y de vez en cuando, saborear un vermú, a poder ser casero, y si es de Reus, pues mejor que mejor.