Poemario NO TARDES EN VOLVER A LA CRISTALERA DEL TIEMPO, de Virtudes Reza. EDITORIAL LEDORIA

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El círculo alquímico, de Paco Gómez Escribano. Editorial Ledoria. I.S.B.N.: 978-84-95690-73-9. A la venta en enero.
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miércoles, 29 de abril de 2009

Arte Moderno, de Paco Gómez

Resulta paradójico o cuando menos contradictorio que se llame Arte Moderno a gran parte de las producciones artísticas creadas desde finales del siglo XIX hasta los años setenta. El peligro de acuñar denominaciones tales como “moderno” o “contemporáneo” en determinada época, entraña el peligro de que cuando pasan los años nos quedamos sin palabras a la hora de bautizar un estilo artístico, teniendo que recurrir después a prefijos como “post” o a palabras como “vanguardia”. Pero claro, se entiende la tentación de los encargados de esos bautismos cuando a principios del siglo XX surgen genios como Miró, Picasso, Dalí, Buñuel, Lorca, etc. Lo que produjeron los citados artistas era algo nunca visto, si quieren ustedes, brutal, así que, vale, “moderno”.
El Patrimonio español en cuanto a poetas, pintores, cineastas, escultores, etc., es vastísimo. Y casi siempre han sido maltratados en vida. A Lorca, por ejemplo, lo fusilaron. Lorca era un tipo genial al que el talento se le salía por las orejas. Un hombre de mundo, nacido en un país en el que el analfabetismo campaba a sus anchas. Un españolito insultantemente joven que había viajado, que había escuchado a Duke Ellington en Nueva York, que se había codeado con la intelectualidad de medio mundo, y que sin embargo amaba a su país. Véase la pena con que describe en sus poemas la situación social española del momento. Un artista, que se pudo ir de España, ya que sus mejores amigos le avisaron de la que se avecinaba, y sin embargo optó por quedarse, porque confiaba en que los necios no tuvieran nunca el poder. Se equivocó. Le mataron y quisieron enterrar junto a su cuerpo su literatura: no lo consiguieron.
Picasso y su obra, por poner otro ejemplo, eran reconocidos en todo el mundo mientras que en España se decía que pintaba monigotes. Y España, nunca llegó a tolerar del todo a otro genio: Salvador Dalí, uno de los pintores más grandes de la Historia, sin olvidar sus facetas de escultor y literato.
Todos los artistas mencionados fueron capaces de meterse en otros planos de la realidad y plasmar en lienzos, papeles, pedazos de mármol o en fotogramas lo que veían, lo que captaban, sin pasar todos esos datos por el filtro de la razón o el entendimiento. Esto fastidió mucho a los realistas y a la ortodoxia, que se preocuparon y se empecinaron en desprestigiar lo que todo el mundo alababa fuera de nuestras fronteras. Menos mal que el tiempo da y quita razones.
Por cierto, si están interesados en Dalí, que para mí es el Da Vinci del siglo XX, acaba de salir un libro: “Metamorfosis de Narciso”, editado por Galaxia Gutemberg/Círculo de Lectores, primera edición en español que coincide con la exposición del cuadro del artista en el museo Thyssen. Un volumen excepcional que recoge el facsímil del manuscrito y la traducción del mismo, y que el propio Dalí consideró como "el primer poema y el primer cuadro obtenidos según la aplicación integral del método paranoico-crítico". Atrévanse.

martes, 28 de abril de 2009

Mensaje en una botella, de Paco Gómez

La fijación del ser humano por dejar huella o memoria de su paso por la existencia cotidiana es algo demostrado, bien sea en forma de descendientes, en forma de acciones de diversa índole o en forma escrita, y no hay que escribir una novela o unas memorias. Llamativo es el hecho del descubrimiento hace pocos días de un mensaje en una botella. Y no ha ocurrido en una playa o en un acantilado, sino en uno de los sitios en donde más asesinatos en masa se cometieron, me estoy refiriendo al campo de concentración de Auschwitz. El descubrimiento lo realizaron unos operarios que trabajaban en una línea de Metro que pasará por las inmediaciones del campo. En la nota, conservada durante tantos años, venían los nombres y los números de prisionero de siete jóvenes de los que sólo sobrevivieron dos. En Auschwitz se masacró a un millón cien mil seres humanos por la locura colectiva de un nación, la alemana, que en la mayoría de las ocasiones ha demostrado ser un pueblo civilizado y tolerante. He visitado Alemania y créanme, creo que no hay nadie tan avergonzado y tan arrepentido de la barbarie de la 2ª Guerra Mundial como ellos. Berlín está lleno de museos y referencias al Holocausto con el único objetivo de que los jóvenes alemanes no olviden la Historia para no tener que repetirla.
Habría que saber en qué condiciones vivieron estos siete jóvenes y otros tantos y qué penalidades pasaron, aunque no es difícil imaginárselo. A pesar de esto, uno de ellos, o todos, decidieron un día plasmar sus nombres y sus datos en un papel, seguramente con un bolígrafo robado. Seguramente les habría gustado plasmar no sus filiaciones, sino todas sus peripecias y sufrimientos en el campo; seguramente no pudieron hacerlo por la imposibilidad de desarrollarse en tan trágicas circunstancias. Pues bien, su memoria ha salido a la luz en el año 2009, tal y como ellos deseaban. También desearon vivir, pero eso, no pudieron hacerlo salvo dos de ellos, marcados ya para el resto de sus vidas por los padecimientos que sufrieron y las barbaridades que vieron.
Siete nombres de siete jóvenes en un papel encerrado en una vieja botella. Siete jóvenes representativos de una generación exterminada. Vaya desde aquí mi homenaje.

Lo que nos faltaba, de Paco Gómez

Por si fuera poco lo de la crisis, lo de la Guerra de Irak-Afganistán y, en general, todas las desgracias que ocurren en este mundo de Dios, ahora nos vienen con lo de la gripe porcina. Si no fuera por los casi doscientos muertos de Méjico casi me atrevería a frivolizar y a hacer algún comentario jocoso. De hecho, esta mañana ya he escuchado algún comentario, uno de ellos, reflejo de la sabiduría popular. Decía un parroquiano en un bar de Algeciras, aunque podría haber sido en cualquier lugar de la geografía española, que eso de la gripe porcina venía porque los ricos habían “echaó” algo al jamón para que los pobres no lo comiéramos; vaya tela.
Lo cierto es que los gobiernos deben tomar medidas urgentes, ya que en este mundo globalizado las epidemias se expanden a la misma velocidad que un avión surca el cielo. Ya hay casos en España, en Nueva Zelanda y en Israel, entre otros países. Cierto es que hay protocolos de actuación para estos casos, pero a veces no son lo suficientemente rápidos. La cepa de gripe porcina A/H1N1 es un cóctel inédito de virus que afecta a aves, humanos y cerdos, y al ser nuevo, no hay vacunas. Pero sí que hay retrovirales como Relenza o Tamiflu, que hacen disminuir sensiblemente los síntomas y la gravedad de la enfermedad y que podrían salvar vidas hasta que se fabrique una vacuna efectiva que, desgraciadamente, podría tardar entre 3 y 4 meses, según ha dicho el experto virólogo francés Bruno Lina. El foco del virus está en Méjico, no podría haber sido en otro lado. Este precioso país nos está acostumbrando al resto del mundo a ser portada de periódicos e informativos debido a las desgracias: narcotráfico, asesinatos..., y ahora esto. A veces el destino se ceba en un determinado lugar geográfico. Hace mucho que este país necesita ayuda internacional para resolver sus conflictos. Y, ahora, más que nunca, ya que la cosa tiene visos de convertirse en pandemia a gran escala. Hay que ponerse a trabajar. Espero que Occidente lo entienda y obre en consecuencia.

jueves, 23 de abril de 2009

Drink, ravens, by Virtudes Reza

Drink, ravens!
Drink of my blood,
for I am made of blood, not flesh.
For I am a sea of folly,
for I am a sea of misfortune,
for I am a sea of desolation.

Drink of my soul,
for I have none,,
drink of my heart
that I surrender with hands
stained by love,
drink of my shadow
that laughs waiting for death.
Drink of my hollow brain
of my wistful mind,
of my sin.

Drink, ravens,
drink of the suffering that no one sees,
of the fog that penetrates my sovereignty.
Drink, drink until thirst is quenched,
until you burst in Hell,
drink until not a remnant of my being is left,
not a bone, nor my wretched skin.

Drink until there is desert,
until darkness,
in each orb of tear,
in each drop of rancor.
But do not stop drinking, ravens!
Drink until the pain disappears,
until life itself has disappeared.Drink, ravens!

Del Cielo al Infierno, de Paco Gómez

Solía pasear por el frondoso camino de la calma,
en el que todo era paz,
y de colores,
los árboles y las flores.
Tu amor y tu rostro,
acompañaban la trayectoria,
fijaban mi alma
en el punto exacto de la vida,
con sonrisas y fervores,
hacia ti,
hacia mí,
hacia nosotros.
De repente,
tras tomar un sendero cualquiera,
perdí la armonía,
perdiste el amor,
ya no te encontraba,
estaba oscuro y hacía frío,
perdiste mi rastro,
me quedé sin luz,
estaba solo,
estabas sola,
nos llamábamos a gritos,
del Cielo al Infierno.

Diferentes veredas en nuestras vidas,
hicieron que nos desuniéramos,
estaba perdido,
estabas perdida,
no nos encontrábamos,
se rompieron las brújulas,
nadie las arreglaba,
y no pudimos reemplazarlas,
perdimos los besos
y las caricias,
rompimos las cadenas,
perdidos, demacrados,
abrazados al sufrimiento,
y a la tristeza de la soledad,
a la sinrazón,
a la ausencia de la cordura.
Te llamaba a gritos,
no me escuchabas,
me llamabas a gritos,
y yo no te oía,
no hablábamos,
no nos comunicábamos,
silencios en voz alta,
del Cielo al Infierno.

miércoles, 22 de abril de 2009

Perdí, de Paco Gómez

Perdí mi corazón,

y lo encontraron en la barra de un bar,

estaba seco y marchito,

desparramado en el zinc

de la barra de aquel maldito bar.

Perdí mi alma,

y la encontraron en la tapia del cementerio,

pidiendo unas monedas

para pagar la entrada al Infierno.

Perdí mi dignidad,

y la encontraron en un vertedero,

suplicando amor

y besos sinceros.

Perdí mi honra,

y la encontraron en un desguace,

despedazada en fragmentos,

descompuesta en mil partes.

Perdí la razón,

y avisaron a una ambulancia,

no hubo diagnóstico,

sólo medicamentos salvajes.

Perdí la cordura,

y la encontraron en una esquina,

tirada en la calle,

mendigando versos.

Perdí mi espíritu,

y lo encontraron en una plaza,

rezando versos malditos,

pronunciando frases inconexas.

Perdí la noción del tiempo,

y la encontraron en el acantilado,

mirando el firmamento,

lleno de estrellas sin luz.

Perdí mis palabras,

y las encontraron enterradas,

en la arena de la playa,

ahogadas en la sal del agua.

Perdí mi silencio,

y lo encontraron vagando

por la línea del tiempo,

bañado por la luz cegadora del viento.

Perdí mis canciones,

y las encontraron grabadas

en el lienzo de tu silencio,

en los recovecos del tiempo.

Perdí la sensatez,

y la encontraron esculpida

en una pared mugrienta

del vestíbulo del cielo.

Perdí la cuenta de la vida,

y la encontraron sin razón,

vestida de terciopelo

en los agujeros de la insidia.

Perdí tu presencia,

y no la encontraron nunca,

por más que buscaron,

la dieron por perdida.

Arco iris funesto, de Paco Gómez

Sale el sol y hay tormenta,
arco iris funesto,
que emana luces siniestras,
que me guían a través de la ciudad,
que me solivianta los sentidos
y me deja sin respiración,
el ahogo de siempre,
paseos sin luna,
en la noche eterna,
camino solitario,
sin energía,
arrastro por la acera la tristeza,
la ausencia de una sonrisa,
rodeado de silencio,
cansado, silente y aturdido,
no tengo ideas,
carezco de pensamientos,
sollozo pero sin lágrimas,
me siento en la dársena del puerto,
y las gaviotas cantan
con ecos de réquiem.

Gotas de lluvia triste
salpican mi cara,
mojan mis pies y
me atraviesan el alma,
sigo contemplando el arco iris funesto,
el sol negro,
las nubes negras,
la ausencia de luna
en las noches largas,
mi espíritu cruje,
mi mente llora,
pero no hay lágrimas,
la noche me ahoga,
el día me baña
con rayos de sol funestos,
con sonrisas veladas,
la soledad me desborda,
la desidia me atrapa,
no tengo energía,
pero camino, camino…,
hasta que el cuerpo dice basta.

Ya ni siquiera hay sol,
ni lluvia, ni nada,
sólo los colores tétricos
de mi arco iris funesto,
que tiñe el cielo de sangre,
y mi alma de tinieblas.
En casa, me alumbro con velas,
velas negras de sigilo,
escribo versos extraños
bajo la luz siniestra
de las llamas humeantes,
que titilan sedientas
del oxígeno que a mí me falta,
todo es tan irreal...,
¡qué infausta existencia!
bajo un gris techo,
el de mi morada,
el de mi inexistencia,
el de mi ahogo,
el de la ausencia de tu presencia.

martes, 21 de abril de 2009

Momento Cristales, de Paco Gómez

Yo no sé qué pasa, pero en el bar Los Cristales siempre hay un momento del día para asombrarse. Y no me refiero a la comida, de la que ya he hablado otras veces, ni a la simpatía de los camareros. Me vengo a referir al repertorio de personajes entre castizos y peculiares. Parece que esa esquina tiene algo, como un imán que atrae a ciertas personalidades dignas de ser estudiadas y observadas. Desde luego para un escritor, el bar es una mina de la que extraer artículos, poemas o incluso una novela.
Esta misma tarde estaba tomando un café y ha entrado una mujer rondando la cincuentena cuyas arrugas en el rostro denotaban mil y una batallas vividas, unas vencidas, otras perdidas, otras, simplemente pasadas. Ha entrado al servicio y después ha pedido una cerveza. Hasta aquí todo bien, aunque ya digo, en un primer análisis visual la mujer es de las que llama la atención en cualquier sitio, ya he comentado, mujer curtida, entrada en años y con mucho vivido, pero en Los Cristales, normal, desapercibida, vaya. Lo que nos ha llamado la atención a Benjamín, el camarero, y a mí es la pregunta de la señora. Le ha pedido un cenicero, pero la cosa no ha quedado ahí, porque lo que ella quería era un cenicero rojo. “¿Cómo?” La pregunta salió de la boca de un cariacontecido Benjamín que, aunque acostumbrado a todo tipo de extravagancias, puso la típica cara de flipe que puse yo al escuchar el requerimiento de la clienta. El final de la historia es simple, no había cenicero rojo y la señora tuvo que conformarse con uno de los ceniceros del bar que, por cierto, también son curiosos.
Me decía Benjamín, sabedor de mi afición por la escritura, que el asunto era para escribir y con razón, en eso estamos. La verdad es que un escritor nunca sabe dónde está el poema, el artículo o la novela. La inspiración te asalta en cualquier momento y en cualquier circunstancia. Me ha pasado a mí esta tarde y a Virtudes, la Niña Poeta, la niña de Algeciras, le pasó ayer en una librería mientras mirábamos distraídamente las últimas novedades. De repente, la veo anotando títulos. Sin comprender muy bien, la interrogo al respecto y me contesta que del título de cada novela se puede hacer un poema. Anotaba los más llamativos, a su modo de ver y, en efecto, llevaba razón. Todos y cada uno de los títulos eran la mar de sugerentes. Yo no me había dado ni cuenta, pero ella sí, claro, el talento, que le rebosa por los bordes. Bravo, Niña, y lo dicho, nunca pierdas mi número de móvil.

El rincón de los poetas, de Virtudes Reza


Sé que me amarás,
sé que te amaré,
más allá de los límites de la tierra,
aunque los silencios de la piedra,
fluyan entre flores que se marchitan.

En el rincón de los poetas,
donde escribo estos versos,
en el rincón de la abadía de Westminster,
donde la brisa del aire,
mece palabras que ya no serán escritas,
y el oxígeno atrae batallas perdidas,
en este rincón mágico,
de vibraciones ocultas a la mortalidad,
y eternos susurros,
que viajarán para ser recuperados dentro de mil años.


Sé que me amas,
sé que te amo,
entre lozas esculpidas,
de talento escrito,
de pensamiento escrito,
y aún vivo de memoria,
esperanza de energía transformada,
de otro tiempo,
buscado en este presente,
en este plano,
donde leyendas fueron vidas,
y vidas fueron leyendas.

Sé que el amor no muere,
el amor crece,
y será enterrado,
y será quemado,
y será olvidado por todos,
pero el amor nunca olvidará,
el amor que se siente,
en este rincón romántico.

Sé que me amas,
sé que te amo,
ante las conmemoraciones de Lord Byron y Lewis Carrol,
donde las princesas,
serán princesas para siempre,
donde la memoria será de otros,
y otros nos vean,
y otros nos lean,
y otros nos recuerden,
lo que fuimos,
lo que vivimos,
lo que dijimos.

Muerte lenta, de Paco Gómez

Disecciono el instante vacío,
no encuentro nada,
sólo soledad vacía
y retazos de nada.
Siento que me muero,
pero no sé morirme
porque nadie me ha enseñado,
y sin embargo fenezco,
lentamente, sufridamente,
no hay nadie,
me muero solo,
abrazado a la tristeza,
a la negrura de la melancolía,
estoy enfermo y no hay cura,
camino entre tinieblas,
se puede cortar la oscuridad
con el bisturí de la vida,
mi alma taladrada,
mi mente no da señales de vida,
la razón, perdida del todo,
no tengo energía,
la rodadora me golpea, me hiere,
sangro y me ahogo,
no hay salida.

Comienza el día,
hace sol, pero estoy helado,
camino inmóvil, desesperado,
mi alma a kilómetros,
en un limbo inerte,
empadronada en la miseria adquirida,
y mi espíritu se ha ido de viaje,
estoy descompuesto,
la vida me ataca en cualquier esquina,
estoy indefenso,
y sangro, y me desangro,
me ahogo y me muero,
soy un muerto viviente,
un vivo que ha muerto,
en la miseria de su vanidad,
mis ojos ebrios, opacos,
mis manos rojas de sangre,
me han atropellado
y estoy tirado en la acera,
abrazado a la tristeza
de la ausencia,
y al maltrato de la razón,
con tu huida,
con la vida demasiado quieta.

Mato el tiempo con lágrimas de sangre,
que desfiguran mi rostro,
que fatigan mi espíritu
y ruedan por mi cuerpo marchito,
mi alegría se ha extinguido,
no tengo energía,
hace un viento gélido
que congela mi sentido común,
que anula el poco juicio que me queda,
soy un autómata
que ve pasar los días,
tengo miedo, mucho miedo,
me miro al espejo
que me devuelve la nada absoluta,
el reflejo no está,
también se ha marchado,
¿qué me queda?
No lo sé,
quizá nunca lo supe
y nunca lo sabré,
me muero,
mi vida se extingue
en una ciudad desconocida,
en una ciudad sin vida.

lunes, 20 de abril de 2009

Miro al cielo, de Paco Gómez

Tengo sangre en las manos,

metástasis maldita en mi cerebro fatuo,

podredumbre en mi alma dormida

y sombras en mi propio caos,

y sin embargo miro al cielo

y veo nubes de colores,

y el reflejo de tu rostro

que me trae tu sonrisa

dulce y maldita,

para recordarme

que estoy aquí, conmigo mismo,

con mis contradicciones,

con la ausencia de tu sonrisa.

 

Veo fantasmas que me acechan,

me pudro por dentro,

y la podredumbre me alimenta,

me surte de suertes dispares,

me retrotrae a tiempos futuros,

con recuerdos pasados,

con presentes inciertos,

de sentimientos ensangrentados,

de gotas de lluvia gélidas,

de galopadas siniestras

y de acciones oscuras,

cumpleaños felices,

regalos marchitos.

 

Voy caminando por el fango,

huele a podrido,

resbalo y me explota la cabeza,

pero no me descompongo,

porque miro al cielo

y veo tu halo de tristeza,

tu sonrisa velada e incierta,

tus andares despistados,

pero también mis penas,

penas olvidadas,

penas recordadas,

más de lo debido,

en lugares prohibidos.

 

Visito salas de angustia,

¡me ahogo, grito!

Nadie me escucha,

nadie me da su auxilio,

recovecos de tristeza,

de pereza,

de insidia,

de torpeza,

¡alejaos de mí, pensamientos lóbregos!

Visitadme, buitres bastardos,

¡seguid! Seguid carcomiéndome la mente,

hasta que sólo queden migajas,

yo miraré al cielo.

 

Miro al cielo,

y veo el horizonte violáceo,

veo al sol esconderse tras la duna,

y resurgen los cuervos,

cuervos de la miseria,

del egoísmo sin pudor,

buitres de la inmundicia,

la caricia de la muerte,

la tentación suicida,

el escalofriante grito de mi mente,

pero miro al cielo,

y veo tu sonrisa,

¡qué amargas las rosas de la pasión!

domingo, 19 de abril de 2009

Revoluciones enquistadas, de Paco Gómez

Las revoluciones, ¿son necesarias? Desde luego. Algunas más que otras, otras, innecesarias del todo, pero bueno, se hicieron. El mundo que conocemos es como es merced a esas revoluciones, las que se pedían a gritos y las que se hicieron por la voluntad de unos pocos.

A veces, en determinada época y en determinado contexto geográfico y social surge un movimiento, generalmente de protesta contra la clase o el sistema político dominante. No hay revolución que se precie en la que no haya existido el uso de la violencia, salvo dos o tres excepciones. Valga el ejemplo de la Revolución Francesa: si una panda de incontrolados y harapientos ciudadanos no hubieran entrado a mogollón en La Bastilla el 14 de julio de 1789, las democracias occidentales no existirían tal y como las conocemos. Hubo que cortar algunas cabezas y cometer algunas barbaridades y más de un atropello, de acuerdo, pero la cosa resultó.

Siempre hay cosas por las que protestar, sí, de acuerdo. Pero hay épocas y regímenes mucho más propicios para ello. El que en la España de hoy siga existiendo ETA y gente que les da apoyo ni se entiende ni se comprende por ningún lado. Todas las bandas terroristas o “revolucionarias”, no se vaya a molestar alguno, de Europa Occidental han ido desapareciendo paulatinamente. ETA es un ejemplo claro de revolución enquistada. No estoy justificando su existencia en la dictadura franquista, pero el caldo de cultivo era más propicio, ¿no creen?

El problema de algunos revolucionarios es no saber cuándo parar. Se sienten a gusto viviendo la revolución y se instauran en ese estado irracional. Algunos, cometiendo tropelías sin fin y sacrificando a generaciones enteras, véase Cuba. O véanse las revoluciones de determinados países africanos en donde se derroca a un dictador y el siguiente presidente acaba perpetuándose en el poder duplicando el grado de barbarie de su antecesor. O véanse los Chávez y los Morales, que van de revolucionarios de izquierda de pacotilla, cambiando las leyes electorales para seguir gobernando por los siglos de los siglos en nombre de su narcisismo desfasado.

Hay otras formas de hacer la revolución en democracia. Y de forma más anónima. Y sin matar a nadie ni obligar a un país a quedarse estancado o a acudir a funerales multitudinarios en nombre de independencias o nacionalismos o de narcisismos baratos de salón. A ver cuándo sacan una ley que nos proteja de toda esta panda de gilipollas vanidosos.

 

viernes, 17 de abril de 2009

Aromas, de Virtudes Reza, publicado en el Blog de José Luis Muñoz


José Luis Muñoz es un escritor afincado en Cataluña. Es un animal literario que cultiva el relato corto y domina varios géneros de novela. Además es articulista reputado y viajero incansable. Yo le conocía a través de Internet y tuve el placer de conocerle y charlar con él en Granada, el año pasado, en la presentación de su novela “El mal absoluto”. Tiene un blog la mar de interesante:http://lasoledaddelcorredordefondo.blogspot.com, en el que publica reseñas de libros, de películas, artículos, reportajes y entrevistas. Siempre cede espacio a otros escritores para que se expresen, conmigo lo ha hecho, y ahora le toca el turno a mi compañera Virtudes Reza. No publica cualquier cosa, me consta, y como la poesía de Virtudes es para flipar, me temo que el buen amigo José Luis se ha quedado encantado con “Aromas”, poema de Virtudes, y lo ha publicado en esta nueva entrega de contenidos de su blog. Así que espero que disfrutéis del poema y del blog de José Luis, al que os podéis suscribir gratuitamente para disfrutar periódicamente de sus contenidos. Y desde aquí, José Luis, te doy las gracias por publicar el poema que te envié de mi amiga Virtudes, que es un monstruo de esto de la poesía.

Harrods, de Paco Gómez

Si visitan Londres y les gusta el pijerío, no lo duden, vayan a los almacenes Harrods, sí, ese Harrods, el del emporio Al Fayet. Hay que ver lo que tiene allí montado el mencionado ricachón. El Corte Inglés les parecerá un todo a cien comparado con todas y cada una de las plantas de los almacenes londinenses. Salas y salas repletas de artículos de marca carísimos de la muerte, eso sí, todos y cada uno de los dependientes con sonrisas profidén por castigo. Hasta los guardias de seguridad parecen tus amigos de educados y risueños que se muestran ante el hipnotizado visitante. Es el disneylandia de los grandes almacenes, tienen de todo, colocado ordenadamente en los exclusivos mostradores y estanterías. Yo soy más de mercadillo, no obstante, reconozco que merece la pena dar una vuelta por allí, más que nada para flipar con esa filosofía de ventas y para alucinar con la gente, que paga altos precios por productos que en cualquier otro comercio valdrían la mitad.

Pero..., sobre gustos no hay nada escrito, en fin. Lo que me pareció más curioso es que hay una sala con productos de la marca Harrods: bolsos, bolsas, relojes, ositos, sacacorchos, carteras, pañuelos..., etc. Productos que, en general, no sirven para nada, pero claro, llevan rotulado el logotipo de Harrods, y la gente se vuelve loca, y los compran, para ellos y para regalo.

El caso es que me fui a dar un garbeo con Virtudes, la Niña Poeta, la niña de Algeciras, y acabamos en la sala de colonias y perfumes. Hombre, de lo malo, uno allí puede perfumarse bien perfumado y por la jeró, de gratis, vamos, y embriagarse con aromas de Versace, Armani, Yves Saint Laurent, etc. Dejamos a Pili y a Jorge en no sé dónde para verlos más tarde. Si unos días antes me llegan a enseñar el eseemeese que más tarde le puse a Pili, no me lo creo, pero continúo. Después de aromatizarnos la niña y yo, fuimos al servicio. Una maravilla, oigan, qué aseos, qué bien olían, qué luminosidad, qué sonrisas..., sí, porque por allí había empleados de Harrods que aparentemente no tenían ninguna misión que cumplir, excepto sonreír. Y tú entras y entre los olores, las sonrisas y el glamour reinantes pues meas hasta relajado y feliz, toda una experiencia.

Y ahora el eseemeese que le puse a Pili: “No encontramos Valentino’s (que era donde habíamos quedado), os esperamos en Tiffany’s”. Y ahora me dicen ustedes si el eseemeese no es increíble para un tío como yo, de barrio y más bien acostumbrado a otros ambientes. Por eso, cuando días después Pili me lo enseñó, me partía el pecho. Todavía no lo ha borrado ni lo va a borrar, que dice que se lo queda de recuerdo. Qué pijerío el de Harrods...

Silencios, de Virtudes Reza

Publicado en el diario El Faro (15-4-2009)

El silencio,
un rostro sin ojos,
una mano que tapa el aire,
un dedo que apunta hacia el cielo,
y una madeja que deshace el sol.

Silencios,
de una boca,
de una mente enfermiza,
del infierno de la maldita memoria,
silencios en los imposibles,
que repite la arboleda.

El silencio,
ese hueco visceral,
que arranca entrañas,
que raja el vientre de norte a sur,
que desata pasiones,
en el morbo de la desolación.

Silencios,
de palabras que no quieren nacer,
de sentimientos aplastados,
por el pie dictador,
que manipula los sentidos,
y adormece la voz.

El silencio,
ese aroma a podredumbre,
cochambre del hambre,
aliento moribundo de una vida vacía,
en la mariposa triste del aburrimiento,
cazando energías de otras vidas.

Silencios,
lejanos,
cercanos,
silencios,
en los carteles del miedo,
en las huchas resquebrajadas,
en la estación de invierno.

El silencio,
pasatiempo de los enfermos,
calaveras sin sesos,
despojos de ojos vueltos,
pasajes del viento,
en manos sin cuerpos.

Silencios, silencios, silencios........

Dadme paz sin tormento,
anhelos sin ansia,
calma con aliento.
No robéis el canto de amor sincero,
ni los amores puros,
ni los silencios de besos,
ni los silencios dormidos,
en brazos deseados.

Silencios,
en hijos que huyen,
en caminos hacia el olvido,
en viajes sin vuelta,
en fantasmas que hieren,
corazones heridos.
Silencios, silencios, silencios...

jueves, 16 de abril de 2009

Notting Hill, de Virtudes Reza

Publicado en El Faro (16-4-2009) y en La Vanguardia (16-4-2009)


Notting Hill en La Vanguardia (pincha aquí)

Nada tiene de especial una ciudad si sólo te dedicas a pasear por pasear. Pero si son Julia Roberts, en el papel de Ana Scott, y Hugh Grant, en el papel de William Thacker, los que pasean, la cosa tiene su puntito, ¿no creen?

Notting Hill, un barrio de Londres, ¡aparentemente sólo un barrio! Un barrio que se convierte durante el tiempo que dura el furor de la película y en los años posteriores que guardan su recuerdo en un lugar de peregrinación, en una Lourdes o una Fátima de los amantes del cine, de la comedia romántica y de Julia Roberts y Hugh Grant.Bromas aparte, por un momento quise sentirme Thack caminando por Portobello Road; quise sentir el frío del otoño, la nieve del invierno, el perfume de las flores en los tenderetes en primavera y el calor del sol en verano, para terminar por sentir otra vez las caricias del viento frío. Y lo tuve, aunque este año sabático sólo transcurrió en mi mente, faltaron los efectos especiales. Y cuando terminé todo el recorrido por los puestos de flores, antigüedades y demás artículos indescriptibles, la realidad me golpeó en la frente: yo no eraThack y no había transcurrido un año.
Por un sólo momento, ¿quién no ha querido sentirse Ana Scott al cruzar el umbral de la 'Travel Bookshop'? ¿Quién no ha querido colarse en un jardín privado? Y, ¿quién no ha querido sentir el espíritu de la última escena de la peli? Sí, ese, el de la inscripción en el respaldo del banco dedicada a alguien que amó ese jardín hermoso, un clásico en los bancos de los jardines londinenses.

Notting Hill no sería el Notting Hill de la comedia romántica si Richard Curtis, el guionista de la peli, no hubiera sido el propietario del 292 de Westbourne Park Road, pero seguiría siendo ese encantador pueblo dentro de la gran ciudad. Un pueblo maravilloso, un barrio maravilloso para vivir con los amigos, con mis amigos.

Chicos/as, nunca perdáis mi número de móvil. ¡One moment please! ¡Thanks, of course!

Andanada, de Paco Gómez

Te lo decía, te lo gritaba,
te avisé que me estabas perdiendo,
y me oías, pero no me escuchabas,
lanzabas más y más reproches,
y cada día, más y más me alejabas,
yo no quería, pero ocurría,
veía el desamor en el horizonte,
cada vez más cerca,
pero tú creías que todo cambiaría,
aunque no hacías nada.
Y de lo que tú pensabas,
te lo juro, nada de nada,
salvo que cada día
aumentabas la desconfianza,
tu desconfianza en mí,
que se me clavaba como una puñalada.
Y otra más, y otra,
mellando día a día,
semana tras semana,
racimos de reproches,
críticas a mí y a mi hábitat,
no te gustaba nada
que viniera de mi lado,
posesión atormentada,
mandatos, no sugerencias,
el respeto sucumbió,
por el camino de la esperanza,
esperanzas vanas,
asfixias, resquemor,
vidas ahogadas,
jaula de barrotes dorados
en medio de la nada.
Aun hoy perseveras,
está bien, allá tú,
nadie ha podido decirte nada,
porque nada hubo y nada hay,
quien te lo dijo no existe,
lo inventas, para afianzar tus afirmaciones vanas,
y si existe, te engaña,
aléjate de esa persona,
siempre hubo gente mala.
No he dejado de quererte,
pero amor, eso es otra cosa,
bien distinta,
se quedó por el camino,
perdido entre las sombras.
Y si me necesitas, aquí me tienes.

Dulce niña de los ojos tristes, de Paco Gómez

¡Eh! Dulce niña de los ojos tristes,
no estés afligida ni angustiada,
que aquí estoy para que me sigas,
para enseñarte dónde viven las hadas,
y para susurrarte al oído,
historias encadenadas
de preciosos y lejanos lugares,
habitados por sentimientos alegres
y por sonrisas veladas.

¡Eh! Dulce niña de los ojos tristes,
serena tu alma junto a mis versos,
déjate llevar y sonríe,
ponme serenos y bonitos gestos.
Que la vida se extingue,
que la vida se acorta,
y somos palomas errantes
que mil avatares soportan,
pero no estés triste, niña.

Vente conmigo al dulce prado,
adonde la melancolía no existe,
adonde todo es alegría y color,
al lugar en el que el amor enviste,
donde no existe el desamor,
y los caminos son dulces,
y las rosas no tienen espinas,
sólo suave olor y sabor,
sabor a tus ojos, niña.

¡Eh! Dulce niña de los ojos tristes,
vence al miedo que habita en tu corazón,
baila al compás de mi música
y expulsa de ti el resquemor.
Déjame subirte al cielo,
cuidarte y darte calor,
abrazarte tiernamente
y quererte con corazón.

¡Eh! Dulce niña de los ojos tristes,
descansa, suelta tensión,
amárrate a mis anhelos
y canta esa bella canción,
la que te enseñé en la orilla
de la playa de mi espíritu,
la que te susurré al oído
para que no vuelvas a estar triste.

miércoles, 15 de abril de 2009

Inmensa tristeza, de Paco Gómez

Hoy he vuelto a la casa, ¡qué tristeza!
Cambiar de lugar nos provocó una enfermedad,
¿fue un error? No lo sé, quizás,
o quizás todo habría ocurrido de todas formas,
entre nosotros se tendió un túnel,
un túnel amargo, oscuro, triste, muy triste,
un socavón de incomunicación,
un racimo de obsesiones malditas,
se nos olvidó el amor,
se nos olvidó quiénes éramos,
olvidamos que nos conocimos,
que nos quisimos,
que nos amamos,
todo por una aventura
que no supimos afrontar,
¡qué tristeza!

Cada centímetro de la casa...
cada mueble, cada habitación...
de verdad, ¡qué tristeza!
En vez de abrírsenos un horizonte,
se nos abrió una grieta oscura.
En vez de cerrarla,
la agrandamos,
fomentamos la incomprensión,
nos encerramos en nosotros mismos,
ya ni nos conocíamos,
ya ni hablábamos,
y cuando lo hacíamos,
era para gritarnos.
Soledad a espuertas,
aun estando juntos,
aun estando cerca.

Parece un mal sueño, ¿verdad?
Y sin embargo no lo es,
tuvimos que romper,
tuvimos que desaparecer,
el uno del otro,
ya no había remedio,
éramos un juguete roto,
sin posible reparación,
sin comprensión,
sin luz,
sin corazón,
¡cuánto dolor!
¡Qué tristeza!
¿Qué fue lo que pasó?
No tengo ni idea.
Acabé perdido,
sin rumbo,
sin esperanza ,
sin luz,
¡qué inmensa tristeza!
¡Cuánta tristeza!

lunes, 13 de abril de 2009

La Niña Poeta VI, de Paco Gómez

Lo último que hizo Virtudes, la Niña poeta, la niña de Algeciras, fue plantarse en Londres, ir de visita a la Abadía de Westminster y visitar, cómo no, el Rincón de los Poetas, yo tuve el placer de acompañarla. El mencionado rincón es una idea genial y hay que felicitar al que la concibió. Yo creo que el hecho es único, me refiero a que haya un santuario dedicado a escritores dentro de un templo cristiano. Uno va recorriendo capillas dedicadas a santos y a otros avatares y lo que menos se imagina es que va a haber una capilla dedicada a novelistas y poetas. Los ingleses son únicos, sí señor. Bueno, pues allí que nos sentamos Virtudes, la Niña poeta, la niña de Algeciras, y yo. Y esa niña que percibe, y yo que me doy cuenta, y que la veo cómo entra en trance. Y observo cómo saca su libreta y cómo empieza a escribir y me digo “ya está”. Es un espectáculo contemplar todo el proceso, ver cómo se le van ocurriendo esos versos suyos que hace, su rostro al reflexionar, sus ojos al escribir, en fin..., que la imagen estaba espléndida: la Niña rodeada de Gótico Inglés y escoltada por las placas conmemorativas de Lord Byron, D.H. Lawrence, Dylan Thomas, Henry James..., es decir, de los grandes. Toda la gracia de Algeciras en Westminster, hay que ver qué arte.

Sobrecogido estaba yo, como siempre que estoy con ella, pero claro, tengo el privilegio de ser el primero que lee sus “cositas”. Cuando leí el pedazo de poema que hizo en unos minutos, allí, en ese escenario tan apropiado, me quedé muerto. Y eso que ella, con su habitual modestia y naturalidad, me susurró que no sabía si lo que había escrito estaba bien. Terminé de leer aquel prodigio y la besé en la mejilla dándole la enhorabuena. Entonces fui yo el que me puse a reflexionar. Paseé la mirada entre las placas de Anthony Trollope, Lewis Carroll, Edward Lear, etc., y me entraron dudas. Ya no sabía si los grandes eran los muertos o la Niña, bien viva y bien algecireña, rodeada de Gótico Inglés y de Londres. Supe en ese momento que, si bien los muertos tenían en Westminster su merecido reconocimiento, Virtudes, la Niña poeta, la niña de Algeciras, tendría el suyo en un breve espacio de tiempo, estando viva, bien viva y bien algecireña. Supe que se acerca el momento en que algún editor publique la vasta colección de poemas que ella ha escrito. Porque si el mundo no pudo pasar sin Henry James y sin Dylan Thomas, tampoco podrá pasar sin Virtudes Reza. Niña, nunca pierdas mi número de móvil.

Álgebra, de Paco Gómez

¡Qué iluso! creer que la vida es Álgebra,
qué cándido al creer en la pureza,
al creer que los demonios son leyenda,
y que las negras nubes son..., ¡cuánta tristeza!
La vida es zozobra,
concatenación de diminutos infiernos,
y de diminutos cielos,
pero la vida no es Álgebra,
y el espíritu no es tenebroso,
ni luminoso, ni nada.

Las cosas existen,
como el hombre existe,
y la razón es un error,
que induce a engaños,
que lleva a la incomunicación,
la esencia no es Álgebra,
no estoy seguro de que exista Dios,
ni veo los filamentos de energía,
pero sé que están ahí,
para ser aprovechados.

Y nos empleamos en razonar,
y en planear y soñar,
y en explicar y soñar,
y en reír y soñar,
¡qué infamia es la vida!
¡Que teatro más cruel!
¿Quién sabe Arte Dramático?
El ápice de arte para sortear la vida,
esta vida brutal y asmática,
nada de Álgebra, no, nada de Álgebra.

¡Malditos pensamientos enfermos!
que enferman al hombre,
de enfermedades para las que no hay medicina,
ni vacunas, ni consejos.
¡Malditas decisiones enfermizas!
Desde su primer planteamiento,
desde su alumbramiento,
maldito el día y la hora y su efeméride,
malditas ilusiones,
malditos silencios muertos.

No existe el Álgebra,
no existe la vida,
no existe la razón,
ni van a venir los nuestros,
al rescate, a la sazón,
sólo existe la nada,
y hombres viviendo en la nada,
que sobreviven en la nada,
y que construyen sueños e ilusiones,
pero en la nada.

Malditos retazos de álgebra fallida,
abortada desde su esencia,
muerta desde su primer enfoque,
la vida no es Álgebra,
ni tiene caminos,
sólo recovecos,
sin indicar,
sin señalar,
somos seres dormidos,
o sueños soñados, pero sin álgebra.

Nada es real,
ni lo bueno ni lo malo,
pero a la vez es tan real,
tan tangible y claro...
¡qué mentira tan bien urdida!
¡Qué maquiavélico engaño!
Seres durmientes que sueñan,
y que entretejen la vida,
de los seres humanos,
que creen que dirigen,
que conducen sus vidas,
y que nunca adivinan
que sus vidas marchan, sí,
pero sin álgebra,por las sendas del engaño.

domingo, 12 de abril de 2009

Londres, de Paco Gómez

Westminster divisa el Támesis,

el Big Ben vigila, eterno,

Londres encuentra su némesis,

en el plano de lo etéreo,

donde las ciudades gritan,

allá donde el hombre es verso,

allá donde el agua es vida,

en racimos de desuello,

la fatiga de los hombres,

esos que hicieron el Templo,

y que habrían de acertar,

dedicando un escenario a aquellos,

a aquellos que con su pluma,

hicieron grande a Inglaterra,

que tienen su memorándum

en el Rincón de los Poetas.



Rincón de vida y de muerte,

rincón de vibraciones perennes,

aquellas que junto a las tumbas

de Lord Byron y de Henry James

captó la Niña Poeta,

sensibilidad innata,

Algeciras en Britania,

Londres en su corazón,

ya para siempre,

rincón de la inspiración,

en el que la Niña Poeta,

empezó a escribir versos,

uno tras otro,

a cuál más bello y hermoso,

exhibición de frescura

y de genio talentoso.



Canden Market en su esencia,

Covent Garden bullicioso,

China Town oscura y misteriosa,

Notting Hill alegre y luminosa,

bares de bellas e inglesas fachadas,

taxis de tintura negra,

llenos de flema británica,

y esa niña dando órdenes,

por la torpeza agobiada,

en algecireño acento,

lleno de vida y de gracia,

que hace doblar de risa,

llegando a la carcajada,

que me priva, que no aguanto,

que me doblo,

que me parto.



¡Qué gracia, hija mía que portas!

hasta tomando café,

haciendo tus comentarios,

no saben nada, ¡hay que ver!

ni de guisos, ni de cafés,

comentarios en inglés,

coletillas de satén,

compras despreocupadas,

desde el faro de las melancolías,

desde la resaca de Custo,

desde el colorido de pañuelos y gorras,

desde la imaginación de blusas y sudaderas,

desde aromas de Versace y Gucci,

despistados en un súper de Picadilly,

bandazos de British,

cafés de aeropuerto.



Paseos nocturnos por la ribera

con cócteles de champán,

¡one moment, please! ¡Here!

¡Yes, Sir, of course!

Gorra desaparecida,

versos de humor de Alberti,

resacas de Harrods,

fotografías y fotografías,

la Niña por Londres,

sí, por Londres,

fotografiando Londres,

y vuelta para Algeciras,

con perspectivas de Ibiza,

con recuerdos futuros de Ibiza,

y recuerdos pasados de Londres.

¡One moment, please! ¡Here!

miércoles, 8 de abril de 2009

Reflexiones de uno que escribe, de Paco Gómez

A veces, hacer poesía, relatos, canciones, novela o artículos, es la cosa más fácil del mundo. Otras veces no sale, no se tienen ganas o, sencillamente, uno pierde momentáneamente la capacidad de penetrar en lo que yo llamo “el plano de los poetas”. Es ese otro plano que visitamos cuando nos ponemos a crear, y desde el que el escritor crea una obra y junta las palabras con mayor o menor tino; o desde el que el pintor pinta; o desde el que el compositor compone una canción, la escribe y la pone música. ¿Cómo saber si una obra ha sido compuesta en el otro plano? Muy fácil: cuando el escritor lee su propia creación y no la reconoce como suya, entonces y sólo entonces se puede afirmar que sí, que ha sido compuesta en el mencionado plano. Estas composiciones suelen ser las mejores. Es cuando el novelista deja de ser guionista y los personajes cobran vida propia, y hacen lo que les viene en gana, independientemente del escritor. Es cuando se lee un poema y se te ponen los pelos de punta. Es cuando una canción o una película cobra vida propia, independiente de su autor, y se convierte en un himno o en un clásico.

Cuando el creador reconoce la obra como suya o cuando tiene dudas acerca de si será la mejor composición que ha hecho, entonces es que la pieza, ya sea poema o canción o las dos cosas, ha sido hecha desde la realidad ordinaria, carece de la inspiración de su autor y, en definitiva, no es buena.

Hay veces en las que uno se prepara. Si vas a hacer una canción, te pertrechas de la guitarra, de bolígrafo, de papel, de ordenador, etc. A veces sale pero otras veces te quedas rodeado de toda esa parafernalia y con cara de circunstancias, y te tienes que marchar a pasear o a sentarte en un banco. Sin embargo, en otras ocasiones, estás sentado en un bar con unos amigos y tienes que pedir disculpas, porque la inspiración te atraviesa como un rayo. Son esos momentos en que te agarras una servilleta y la llenas de palabras ante la mirada de esos amigos que, si ya te conocen dicen “ya está”, y que si no, te mirarán como si estuvieses majareta.

Pero así es crear. Crear no es como un trabajo de 7 a 3 de la tarde. A veces he estado días enteros y parte de las noches enfrascado en una novela y luego he estado meses sin tocarla. En esos meses se debe dejar de escribir porque si no, te la cargas. No tiene sentido escribir por escribir.

En este sentido, os dejo un video con las reflexiones de Roberto Iniesta, compositor y cantante y guitarrista del grupo de rock “Extremoduro”. Para mí es uno de los mejores poetas de este país, que tiene, además, el talento de poner música a sus poemas, y que nos ha dejado un largo repertorio de clásicos para la Historia del Rock en España. Espero que os guste.



martes, 7 de abril de 2009

Malas hierbas, de Paco Gómez

Te pegaste a mí,

como las malas hierbas se unen al trigo,

me engañaste,

me humillaste,

y terminaste por insultarme,

me manipulaste a tu antojo,

hiciste uso de mí,

y cuando no te hice falta,

me abandonaste,

me dejaste tirada en la papelera,

sin explicaciones,

sin resto de amor,

sin misericordia.

 

Como las malas hierbas,

me ahogaste,

me eliminaste,

me aislaste,

y yo no dije nada,

observaba todo,

y no quería ver la realidad,

no creía que serías capaz,

pero lo fuiste,

vaya si lo fuiste,

te superaste con creces,

y me trajiste la fruta amarga

en papel de regalo.

 

Cuando te marchaste,

me quedé sola,

enfermé de soledad,

enfermé de amargura,

y mi corazón dejó de palpitar,

me convertí en una muerta viviente,

en una mujer silente,

dentro de una casa silente

y llena de clausura,

llena de recuerdos

que ya no eran agradables,

llena de sueños rotos

y de besos muertos.

 

Mi vida quedó partida,

mis ilusiones, destrozadas,

mis esperanzas huyeron por el desagüe,

quedé sin energías,

llena de melancolía,

sin sangre en mis venas.

Mis expectativas

se marcharon de viaje,

y comencé un calvario amargo,

de rosas espinosas,

de malas hierbas marchitas,

que se volatilizaron,

y con ellas mis sentimientos.

 

Te segaron de mi vida,

como a las malas hierbas,

te evaporaste como el rocío de la mañana,

como el vapor de un guiso,

un guiso de amor frustrado,

y zaherido, despreciado,

pisoteado y hundido

en el pozo del hastío,

en el socavón de mi alma,

que se redujo a migajas

picoteadas por palomas malditas.

Te fulminaron

como a las malas hierbas.